Un pequeño repaso por las noticias de hoy.
Primero, la más sencillita. Están enjuiciando a un tipo de 27 años que, acompañado de un menor de 14, mató por 20.000 pesos (le habían prometido 80.000) a un sindicalista del gremio de los camioneros. Las mafias gozan de perfecta salud en Argentina, y esta huele a Moyano.
La otra es que parece ser que desde hace trece días están cortadas las rutas argentinas por los productores agropecuarios, que se resienten de otro aumento de las retenciones (y por ende, otro alejamiento de la normalidad), que parece que los deja con una ganancia de 8 pesos por vaca. Como dice el ministro de justicia, Aníbal Fernández, es que han "gozado de utilidades infinitas". Esto, además de ser mentira (¿alguien recuerda a Menem?), no sería un problema. Si un sector crece, más gente participa y punto. Y si fuera así no se estaría rematando al campo argentino a precios de risa (de hecho, y paradójicamente, el mismo Fernández aseguró haber impedido muchos remates de campos).
Pero no puedo apoyar esta protesta, que como es costumbre desde hace una década se basa en la coerción: están cortadas las rutas más importantes del país, y empieza a haber desabastecimiento. Parece que no hay otra manera de hacerse oír que joder a los demás. Interesante, de todas maneras, el reclamo de que los gobernadores defiendan a sus provincias y no al gobierno (que parece ser el enemigo de las provincias).
Por suerte Moyano, convertido en fuerza paramilitar argentina (¿recuerdan que Cristina apoyó a las FARC hace poco?), puso orden - o más bien miedo - en Entre Ríos. Ocupó una ruta para garantizar la "libre circulación" de los camiones, justo donde se pensaba cortarla para realizar una protesta agropecuaria. No hubo quien se le atreviera. Por las dudas, la policía ni se presentó. Parece un héroe, pero no lo es. Responde incondicionalmente a los Kirchner, y representa al sindicato más poderoso de la Argentina, que creció extorsionando a los empresarios para que hasta los cajeros fueran considerados camioneros y - adivinen - cortando rutas. Parece ser que a partir de ahora nadie corta nada salvo él.
De todas maneras, la situación del campo parece desesperada. Además del pésimo 2007, las retenciones suben y suben para financiar la caja política. De los 200.000 pequeños ganaderos quedarán pocos. A 8 pesos la vaca, o tenés un millón de vacas (y esperás), o te vas de cartonero. Y no me jodan con que ser cartonero es un oficio digno.
Justo en el momento en que la materia prima está en niveles históricos, y los productos industriales están en caída por la competencia por China, al gobierno se le ocurre destruir la agricultura para favorecer a la industria (y a su sistema regulado, que ya casi no tiene superávit).
Por suerte, aunque sea más fácil encontrar oro que carne, seguramente el INDEC mostrará una inflación del 1% mensual. Es que se han dado cuenta de que nadie come carne, así que lo mejor es sacarla de la canasta familiar. Enfermizo. Sólo por esto no deberían gobernar los Kirchner. Pero sin ellos se venía el caos... el mismo miedo que logró difundir Menem para lograr su reelección. Los argentinos somos estúpidos, o somos cobardes, todavía no lo sé. Mucho gallito para que se trate de una valentía auténtica.
Ah, por cierto, la presidenta, según el mismo Fernández, no estuvo "descansando" durante cuatro días en el Calafate. No, es "una fantasía que alimenta alguien". ¿Quién es ese alguien? Antes eran los yanquis. ¿Cuál es ese nuevo enemigo contra el cual hay que cerrar filas y callarse con la obediencia debida? ¿Sarkozy? ¿El Dalai Lama? ¿Duhalde? ¿Uribe? ¿El cambio climático? El enemigo real de la Argentina está en su propia corrupción estructural, que va desde el agropecuario que corta una ruta para joder hasta Cristina que no trabaja ni que la maten.
En esta era de globalización, las distancias se acortan. Argentina ya es vecina de Ecuador y de África. Y le gusta serlo.