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viernes, 15 de diciembre de 2006

Federalismo

Existen a mi entender varias razones por las que el federalismo no funciona en Argentina (aunque esté respaldado por la Constitución), he aquí algunas:

- La inversión en infraestructura se concentra en Buenos Aires, reforzando el unitarismo del país.
- Las diferentes provincias no tienen, por lo general, una identidad claramente marcada (un argentino no suele sentirse parte de una provincia, para un marplatense un habitante de Trenque Lauquen es tan diferente como un cordobés), por lo que no hay un interés real en defender "lo nuestro": ese "nosotros" no existe.
- La mayoría de las provincias no tienen voz en la política nacional, y para peor a sus representantes no les interesa tenerla.
- El gobierno central coacciona a los gobernadores para entregarles parte de los fondos que les corresponden por la Constitución de 1994 y las leyes posteriores, minando su libertad de acción. Esta estrategia, novedosa en la Argentina que yo he vivido, es utilizada por Kirchner para reforzar su posición de Líder del Partido Único de la Argentina "democrática".
- Los medios periodísticos se concentran en Buenos Aires.
- Los medios provinciales o locales se dedican a defender intereses de la clase más alta (véase el diario marplatense La Capital, megáfono de las ambiciones de su dueño), y cuando hablan de política se limitan a comentar lo que sucede en Buenos Aires desde una perspectiva porteña.
- La falta de transparencia del uso de los fondos, y la corrupción generalizada, entre otros problemas, hacen que el argentino asuma que no lo beneficia en nada que su provincia reciba más fondos. Hay un total desinterés y falta de información sobre el uso del dinero público. De hecho, intentar conseguir esa información puede ser imposible o peligroso.
- La falta de límites entre lo que es legislable a nivel nacional y lo que es a nivel provincial. Con respecto a un mismo asunto, pueden coexistir un decreto presidencial, una ley nacional y una ley provincial, sin que quede claro cuál es la que se debe aplicar.
- La sumisión de senadores y diputados a un líder nacional. Un senador jamás defiende los intereses de una provincia, sino los de un partido o los de una ambición personal. Un diputado tampoco defiende los intereses de la población representada.


Y estas son algunos de las desventajas de este unitarismo:

- La población argentina está concentrada en una ciudad enorme e inmanejable. Esto incrementa los costos y la ineficacia estatal. El gasto público en muchas situaciones no es una proporción directa a la población, sino que es logarítmico. Un ejemplo claro es la recolección de basuras. La cantidad de camiones requeridos para trasladar una cantidad x de basura depende, entre otras cosas, de la distancia a la que se encuentra el basurero. El mismo camión puede en una noche hacer muchos más viajes en Mar del Plata que en Buenos Aires, por ejemplo. Y esto aumenta la cantidad de camiones de manera no proporcional, aumentando también el tráfico, los costos y la población porteña. Lo mismo pasa con los taxis, que pueden trasladar a menos personas por día, con los asistentes sociales, con los estudiantes que tienen que ir a la Universidad, con las ambulancias, etc.
- No se invierte adecuadamente en el interior del país. Pueden gastarse millones en desintoxicar el Riachuelo, cuyos alrededores no deberían haber sido urbanizados para empezar, pero obras como canalizaciones o embalses están a la espera desde hace décadas.
- Favorece el caudillismo, a nadie le interesa que una familia salteña, acompañada por Martínez de Hoz, haya estafado a miles de propietarios analfabetos y hoy día posea inmensos territorios por los cuales no paga impuestos y están desaprovechados. O que haya reelección indefinida en muchas provincias (en Buenos Aires Solá intenta repetir el Pacto de Olivos para conseguirla, dándole una banca más a la minoría: ver).
- Permite que territorios ricos en recursos estén muy por debajo de su precio. Por ejemplo, en una época en que el agua dulce es un problema mundial, por los bajos precios y mediante una violación del principio de soberanía, se permite que la familia Thompson (aunque fuera argentina, es lo mismo) compre la mayoría del segundo acuífero del mundo, los Esteros del Iberá. O que Benetton compre media Patagonia, un territorio cuya riqueza subterránea es desconocida.
- Desvincula al ciudadano de la política. Los cambios a nivel local o provincial, en vez de provenir del voto y la actividad política del ciudadano, son ecos de políticas nacionales o porteñas. En las provincias divididas entre una elite y una clase baja, permite aberraciones como la reelección indefinida, que a veces es defendida mediante la violencia (ver).
- Reduce la aplicabilidad de las leyes. Las necesidades de Salta son muy diferentes a las de Tierra del Fuego o Buenos Aires, pero sin embargo debe cumplir con leyes que están pensadas para la zona más desarrollada, poblada, elitista e insegura del país.


Algunas muestras de estos problemas:

- El gobierno provincial de Solá ha creado impuestos, y aumentado otros, para cubrir necesidades de financiamiento. Nadie sabe (ni puede saber) adónde va ese dinero, uno paga pero no sabe qué. Algunos de los impuestos creados se superponen con impuestos nacionales, como el impuesto a las ganancias, lo cual es de una legalidad dudosa. Ver nota.
- 8/1/2007: El federalismo escaso que hay tampoco funciona muy bien, tal vez por la desconexión entre la clase política y los votantes. Se anticipan aumentos de hasta el 110% en las legislaturas (o sea, algunas duplican su presupuesto con respecto al año pasado!). Cada fueguino pagó el año pasado 220 pesos para que la Legislatura funcionara. Todo esto frente a una indiferencia generalizada. Ver nota.

miércoles, 13 de diciembre de 2006

Racismo

Ya sabemos que la sociedad argentina es notablemente homogénea y no hay racismo (ver). Lo aprendimos en la escuela y en los medios, pero, ¿es verdad?

Yo veo aquí el problema de Orwell: creo que hay mucha evidencia en contra de esta creencia tan aceptada (como sugiere la Wikipedia). En mi opinión, la sociedad argentina es racista, y aunque hay varios tipos de discriminación, la más profunda es una que la divide claramente en dos: "negros" y "gente como uno".

El negro es una categoría bastante difícil de delimitar. No es tanto un grupo que comparta un origen: no son necesariamente descendientes de indígenas o africanos, hay descendientes de europeos que entran en la categoría. Una relación con el mestizaje me parece improbable, ya que hay mestizaje de todo tipo en la genealogía de la "gente como uno". El color de piel puede ser una pista más acertada, aunque si ese es el caso cabe preguntarse cuál es el tono particular (ya que africanos y descendientes de árabes pueden quedar excluidos). En cuanto al nivel cultural, también me parece un criterio problemático, porque hay negros con mucha cultura, excelente expresión oral, y honestos. Es notable la falta de interés (y de estudios sociológicos) por ver cuál es el significado argentino de este término despectivo.

Si algo tengo en claro es que se espera que el negro no sea de clase media o alta. Cuando lo es, se dice algo así como "es un negro pero tiene guita", o cosas peores. También se dice "es pobre pero no es un negro" (en este caso, quiere decir probablemente que pertenecía antes a la clase media o que tiene una tez muy blanca). Arriesgaré una hipótesis: el negro es toda aquella persona de clase baja con un tono de piel marrón oscuro y cierta manera de expresarse. Generalmente estas tres condiciones coinciden, aunque si alguien cumple con sólo una de las tres ya puede tranquilamente ser acusado de ser un negro.

La discriminación en la entrada a las discotecas existe, aunque parece que se la está combatiendo (algún racista dirá que porque los de la puerta también son negros). No se hace nada contra el acoso en los comercios (por vigilantes que piensan que están intentando robar). En muchas escuelas es notable el prejuicio de que el perteneciente a este grupo tiene una menor capacidad intelectual (se lo maquilla mediante generalizaciones, como que todos ellos tienen problemas de alimentación o familiares, y por eso no aprenden): es una profecía autocumplida, porque si no se les enseña como a los demás tampoco es de esperar que aprendan de la misma manera. Pero tal vez la peor discriminación, la que impide que esto cambie con el tiempo, la que hace que la división social se reproduzca indefinidamente, es la discriminación laboral. Muchos puestos están vedados para ellos. Hasta McDonalds, cuyos gerentes tienen la directiva de no discriminar, pueden aceptar a una persona notablemente fea pero no a uno de estos negros.

Hay una serie de "saberes" asociados a este tipo social, que completan el peor estereotipo utilizado en Argentina. Estos son sólo algunos, como siempre acepto sugerencias:

- Que un negro discrimina a otro negro
- Que no se puede confiar en un negro
- Que no se debe invitar a la casa a un negro
- Que los negros no realizan ningún tipo de planificación familiar. Sin eufemismos, que se reproducen demasiado.
- Que un negro puede ascender de clase social "pero siempre será un negro".
- Que un negro será grosero con tu novia aunque estés presente.
- Que los negros siempre llevan un arma, blanca o de fuego, encima.
- Que no quieren "integrarse socialmente" (los verbos querer y poder son intercambiados con una facilidad sorprendente).

Finalmente, hay presente también un racismo xenófobo, que discrimina a los extranjeros, particularmente a los latinoamericanos. Se usan términos como "chilote", "bolita", "paragua", "yorugua", "brasuca", y en la práctica las diferencias de pensamiento que puedan tener con los "negros argentinos" no son tomadas en cuenta, especialmente si el color de la cara es oscuro.

Este racismo forma parte de los valores argentinos, que son aceptados y casi nunca cuestionados tanto por discriminadores como por muchos discriminados. Ya casi parece algo bueno. Como dijo el presidente Kirchner: "para un argentino no hay nada mejor que otro argentino. Esa es la patria que queremos" (ver).

Me despido con una pregunta: si se me concede que hay racismo en Argentina, ¿qué se está haciendo para combatirlo? En otros términos: ¿le interesa a alguien cambiar esta situación?

viernes, 1 de diciembre de 2006

Delincuencia

Creo que está claro que Argentina presenta unos índices muy elevados de delincuencia, así que no hablaré de eso. Me interesa más el discurso que hay sobre la delincuencia y las características específicas del modo de delinquir en el país.

El 21 de noviembre, en San Telmo, le robaron a una hija de Bush la cartera y el móvil (ver nota, en inglés). Estaban siendo escoltadas por el Servicio Secreto. Para peor, uno de los agentes yanquis sufrió un intento de robo, y cuando se resistió se armó una gresca y salió bastante golpeado. Un test rápido: si esta noticia te causa gracia seguramente eres latinoamericano.

¿Por qué causa gracia? Se me ocurren algunas teorías, que no se excluyen entre sí:
1 - El argentino siente un placer perverso en disfrutar de la decadencia de su país.
2 - El argentino disfruta cuando alguien le roba a un rico (aunque el delincuente roba donde tiene oportunidad, en realidad).
3 - El argentino valora la viveza de quien gana dinero sin haber tenido que trabajar.
4 - El argentino encuentra motivos de orgullo y heroicidad en que un compatriota haya podido burlar la vigilancia del Servicio Secreto.
5- El argentino disfruta del sufrimiento ajeno, en especial si no puede identificarse con la persona afectada.


El discurso sobre la delincuencia tiene algunas características particulares:

- Se suele justificar el delito hablando de marginación, falta de educación y hasta hambre. Esta idea en particular ya es casi obsesiva, haciendo del delincuente apresado una víctima a menos que se demuestre lo contrario (y los medios se esfuerzan bien poco por saber qué tan acuciante es la necesidad de dinero). La sociedad, según esta línea de pensamiento, se divide entre el gobierno corrupto y la población, víctima por toda la eternidad. Defender al delincuente es atacar al gobierno. La idea es la siguiente: "ese delincuente es una víctima, como yo, de lo que nos han hecho los gobernantes, que son malos, mientras que nosotros somos los buenos". La división entre gobierno y pueblo es una simplificación maniquea (ya escribiré sobre esto), e igualarse con un ladrón habla muy mal de los valores del "pueblo" argentino (leyendo entre líneas, es de una sinceridad sorprendente).

- En contraste, quien no defienda el delito debe justificar claramente su posición, ya que por su opinión queda en el banquillo de los acusados. ¿Acusados de qué? De fascismo, de defender a los gobiernos militares, de ser oficialista. Está en el bando contrario al "pueblo". A defender la aplicación de la ley por medios legales se lo llama "mano dura", con las connotaciones de terrorismo de estado que esta definición conlleva. Defender legalmente la ley no es fascismo, es lo que hace toda sociedad sana para defenderse a sí misma.

- Cuando el delito es contra alguien que no es "rico" o "del gobierno" (o sea, la inmensa mayoría de los casos), la división obsesiva entre gobierno y pueblo hace que muchos opinen de esta manera: "el gobierno (o la sociedad capitalista, o la globalización, etc.), mediante su actividad maligna, ha hecho que algunos de nosotros, las víctimas, sólo puedan delinquir contra otras víctimas".

- El robo a alguien que posee más que uno es legítimo, una forma de crear una justicia inexistente en este planeta. "Ladrón que roba a ladrón, 100 años de perdón". La idea de que uno no es un ladrón, pero quien tiene más que uno sí lo es, es otra de las obsesiones argentinas. Como muestra de la amplia difusión de la idea, no hace falta más pruebas que el fallo de la Corte Suprema que ha dicho que quien tuviera menos de 70000 dólares en el banco antes del corralito recibirá dólares, mientras que quien tuviera más recibirá la tercera parte, ya que seguramente se trata de dinero malhabido.

- Se incita a no denunciar porque "es una pérdida de tiempo", ya que "entran por una puerta y salen por la otra", y después "tal vez te vayan a buscar". Creo que esto no es más que cobardía disfrazada, y quiero aclarar aquí que, en Mar del Plata, si haces una denuncia telefónica no te piden ningún dato, y denunciar un delito en la comisaría no lleva más de media hora.

- Se considera que la responsabilidad de reducir el delito es ajena. Si vemos un delito y no lo denunciamos (o evitamos declarar como testigos), un argentino puede irse con la consciencia tranquila, ya que la culpa es de la ineficacia policial, por la que faltan policías que nos eviten tener que cumplir con nuestro deber cívico. Porque así como un ciudadano disfruta de ciertos derechos y beneficios de la vida en sociedad, también tiene ciertos deberes para con ella (nada es gratis). Uno de estos deberes cívicos es denunciar a quienes atentan contra la sociedad y sus ciudadanos (y no tiene nada que ver con ser buchón o facho, sino que contribuye a que haya menos cosas para denunciar y menos necesidad de policías en la calle).

- El mismo policía que es parte del enemigo, de los que hacen del "pueblo" argentino una víctima, es visto como un Salvador cuando el que sufre un delito es uno mismo.

- Se habla de que no hay solución para la situación social argentina, de que hay que "emparcharla" en la escuela (se lo llama "contención", que ahora prima sobre la educación). Como contraste, en España se penaliza a los padres de quienes realicen delitos siendo menores de edad: la "contención" es responsabilidad paterna, no estatal.


Algunas características específicas de la delincuencia argentina:

- El delito no es sólo contra la propiedad, sino también contra la persona. Portar armas blancas, en otros países, no sólo es ilegal, sino que robar con una navaja es lo mismo que robar con un arma de fuego.

- La circulación de armas de fuego no está controlada. Es muy fácil hacerse de una pistola ilegal, y el rumor dice que todo policía tiene una en la guantera.

- La policía forma parte de la delincuencia argentina, y no tiene ningún tipo de control. Para peor, su comportamiento mafioso hace que denunciar a un policía sea visto como un suicidio.

- El delincuente actúa con un gran rencor contra toda la sociedad, y considera que herirte o matarte es legítimo porque sería hacer justicia.

- Forma parte del control social, por su relación con las instituciones. Hay ejemplos bastante claros de esto, como la manifestación piquetera por la liberación del ladrón de supermercados (Alí), el uso de delincuentes para generar caos en manifestaciones (como la de Mar del Plata en las Cumbres) o para intimidar (como en el caso de los barrabravas enviados a reprimir una huelga de enfermeros). La libre circulación de drogas que generan comportamientos violentos sugieren que hay una necesidad política de que la delincuencia exista.

- La falta de reglas claras. En otros países de Latinoamérica la violencia está acotada a ciertas zonas a las que uno sabe que no debe entrar si no quiere correr riesgos. En otros, la delincuencia está acotada a delitos contra la propiedad. En la Argentina cualquier calle de Mar del Plata ( y casi cualquiera de Buenos Aires) implica una situación de riesgo. Además, es imprevisible el comportamiento de quien te intenta robar, que en algunos casos puede matarte después de que le hayas entregado todo.


Esta situación no es irreversible. Aquí incluyo algunas sugerencias, que, para evitar falacias, aclaro que yo mismo ponía en práctica en Mar del Plata:

- Si presencia algún delito, haga al menos una llamada telefónica a la policía (cuyo número debería tener en el celular). Esto incluye desde asesinatos hasta a una mesita en la calle Colón haciendo estafas con el juego de los tres vasitos y la bolita. Ante la duda (¿unos amigos del vecino lo estarán ayudando con la mudanza?), también denuncie.

- Si ve a un policía cometiendo algún delito, creo que conviene hacerle una denuncia con el fiscal.

- Si sabe de algún lugar donde se venda mercadería robada, también denúncielo. Puede ser muy cómodo comprar un repuesto de un Renault por 10 pesos, pero no es nada agradable que te roben tu auto para luego desarmarlo. Y no, no alcanza con no comprarles, eso no reduce la demanda, sólo hace bajar el precio.

- Las cartas a los periódicos no son sólo para viejos resentidos de la vida. Si una institución funciona mal, o alguno de sus miembros está haciendo algo ilegal, no es mala idea enviar un pequeño texto a un diario. Sí, van firmados. Sí, es posible que La Capital no te lo publique. Pero es la forma más rápida de conseguir un cambio, y de encontrar al Salvador Responsable que tanto se busca.

- No finja, por educación, estar de acuerdo con argumentos ajenos. Si una persona le dice algo que le parece una estupidez, ponga a prueba sus convicciones refutándola.

jueves, 30 de noviembre de 2006

Kirchner y la Constitución

La Constitución es la ley suprema del estado argentino. Si no se la respeta, poco cabe esperar de las leyes de menor valía. Aquí iré enlistando las violaciones hechas por el presidente Kirchner a la misma.

- Scioli, candidato a gobernador de Buenos Aires (30/11/2006). La Constitución requiere 5 años de ciudadanía en la provincia, que Scioli no cumple ya que no vivió ni un solo año en ella después de cumplir los 18 (que es cuando un individuo es considerado ciudadano). Además, el espíritu de la ley (aunque no aclarado en la misma) apunta a que hayan sido los últimos 5 años, ya que si no el candidato no puede estar embebido en los problemas actuales de la región. Aún así, el oficialismo apoya la candidatura de Kirchner, diciendo que se debe entender que debe haber sido ciudadano argentino por 5 años (¡yo podría ser candidato a gobernador de Formosa, donde nunca estuve!). Ver nota.

- Atenta contra la independencia judicial (1/12/2006). Dicha independencia no existe y probablemente no haya existido nunca, pero Kirchner no ha hecho nada para cambiar la situación. Después de la reforma del Consejo de la Magistratura (para una "mayor eficiencia", era la excusa), las cartas quedan claras hoy. El Consejo es oficialmente kirchnerista. Ver nota.

- Abusa de la ley de emergencia económica (13/12/2006). Cinco años después del corralito y la renuncia de De La Rua, el país sigue bajo la ley de emergencia económica, que le cede al presidente facultades propias de otros poderes. Hoy día la Argentina puede estar en emergencia social, pero todavía no ha llegado la próxima crisis económica. Esta ley, prevista para situaciones de excepción, ha pasado a ser parte del funcionamiento político argentino. El equilibro de los tres poderes, esa sí es una situación de excepción. Las notas sobran, aquí hay una.

miércoles, 29 de noviembre de 2006

Transportes

Aquí opinaré un poco sobre la infrastructura de transportes en Argentina.

El transporte público está reducido a su mínima expresión. El metro sólo está presente en Buenos Aires, con cinco líneas mal diagramadas que cubren sólo una mínima extensión de lo que ya de por sí es una parte pequeña de la ciudad (la Capital Federal). Para trasladarse de las líneas A, B, D o E a una paralela es necesario ir hasta el final de la línea y trasbordar o realizar dos trasbordos, uno a través de la congestionada línea C (que también está casi al final de la línea). Por poner un contraste, Barcelona tiene la décima parte de la población, con una red de metro que cubre toda la ciudad y pueblos aledaños, con más líneas de metro y diagramado de tal manera que todas las líneas se cruzan con las demás una o dos veces en su trayecto (así que nunca es necesario más de un trasbordo).

El tren como medio de transporte público también está presente únicamente en Buenos Aires, y es extremadamente lento (ya que va por la superficie casi todo su recorrido), tiene únicamente tres puntos de finalización de trayecto, las líneas no permiten un transbordo directo entre ellas y por si fuera poco están saturados, son impuntuales y están hechos pedazos.

El colectivo (autobús en España) es el medio de transporte público por excelencia en Argentina. Sólo en Capital Federal tiene una frecuencia razonable. En todo el país su precio es excesivo (en Mar del Plata, en relación al poder adquisitivo, cuesta el doble que trasladarse libremente en metro, tren y autobús por toda Barcelona). No hay ningún tipo de control por su puntualidad (en Barcelona se puede saber cuándo llegará el próximo con un SMS, por ejemplo, aunque la frecuencia diurna no excede los cinco minutos). En Mar del Plata el 551, que pasa con una frecuencia teórica de uno por hora durante la noche, puede llegar a la parada hasta 20 minutos adelantado o 30 retrasado: en la práctica, eso quiere decir que da igual a qué hora vayas a esperarlo, tienes que contar con un promedio de 30 minutos para que pase.

Si bien es el medio de transporte que requiere menor inversión, es también el más lento. A diferencia del tren (cuando es subterráneo) o el metro, lo afectan los semáforos, las manifestaciones, el tránsito y el clima. Debido al costo de no tener un ticket unificado, que permita trasbordos indefinidos durante un período de tiempo, sólo son viables en el interior del país aquellas líneas que atraviesan el centro, por lo cual el recorrido tiende a ser ineficiente.

Nadie se preocupa por la calidad del servicio ni por el tiempo que pierden día a día los argentinos. Para ir a la universidad, yo esperaba al 543 un promedio de 15 minutos (la frecuencia era de 30), para luego pagar un pasaje carísimo, ir casi tan incómodo sentado como parado, demorar 40 minutos para recorrer una distancia lineal de 6 kms., y caminar luego 12 cuadras. Basta multiplicar esto por 10 para saber que, hoy día, en una semana gastaría 11 pesos y perdería 670 minutos de mi vida (¡¡¡11 horas por 5 días, por 20 horas de clase!!!).

El transporte de mercaderías no está mejor. Las escasas líneas férreas existentes en el país han sido desmanteladas durante el gobierno menemista, dejando como única alternativa el transporte en camiones (no hay casi infraestructura para el traslado por barcos). Eso encarece enormemente los costos de los productos realizados en casi todo el país, concentrando la inversión en las ciudades-puerto por una cuestión de competitividad. Trasladar mercaderías desde Mendoza hasta Buenos Aires implica más costo humano (una persona en un tren puede llevar más mercadería que un camionero en su camión), costos de peaje, mayor costo de combustible, etc. El país pierde competitividad sólo para que haya más camioneros (aunque si las inversiones se concentran en las ciudades puerto, los camioneros serán cada vez menos necesarios). En otros países el traslado de grandes distancias se hace en trenes, y desde la estación más cercana hasta el lugar de destino se hace en camiones, ya que claramente el tren no hace un servicio puerta a puerta.


Esta situación no parece que vaya a mejorar, por las siguientes razones:

- El sindicato de camioneros, el más poderoso del país y aliado del gobierno, quiere que esto sea así, llegando a intimidar por la fuerza a sus oponentes. Prefieren el pan de hoy aunque sea hambre para mañana, ya que las empresas que produzcan un gran tonelaje de mercadería tienden a ubicarse cerca de las ciudades-puerto salvo que haya una cuestión de acceso a los recursos de por medio (por ejemplo, las vitivinícolas). Aún así, este sindicato, mediante la extorsión, está haciendo que el poder adquisitivo y el desarrollo industrial de sus compatriotas sea menor. El costo de trasladar una botella de vino a Mar del Plata está incluido en el precio, en la situación actual si compro un Malbec estoy subsidiando a un sindicato.

- La falta de control creciente sobre las empresas de transporte público, consecuencia de la desidia generalizada y a la aparente inutilidad de las protestas y denuncias contra los funcionarios y las empresas.

- La monopolización de los trayectos: muchos recorridos sólo pueden ser realizados con una empresa específica, y un trasbordo duplica el costo para el usuario.

- La monopolización del servicio: las empresas de transporte público se están consolidando en monopolios mayores. En Mar del Plata, yo antes podía elegir entre esperar 15 minutos el 553 y caminar 5 cuadras y esperar 10 minutos el 541. Ahora ambas líneas pertenecen a la misma empresa, y como ya no compiten entre sí la frecuencia ha empeorado.

- La corrupción: los empresarios del transporte público realizan intercambios turbios con funcionarios públicos. Sólo así se explica el vergonzoso aumento de tarifas, sin presentar ningún balance de cuentas, que el intendente marplatense Katz ha autorizado dos veces en menos de seis meses.

- La perspectiva cortoplacista de los empresarios, que prefieren maximizar el beneficio actual y luego preocuparse por el beneficio futuro. Es mejor aumentar el precio del boleto que aumentar la cantidad de clientes. En Mar del Plata se ha producido un verdadero éxodo hacia el auto y la bicicleta. Si las empresas de colectivos tienen cada vez menos clientes no es porque haya cada vez menos gente en la ciudad, sino por sus tarifas. Si el costo aumenta y la calidad se mantiene o disminuye, salvo que estemos ante un monopolio, está claro que el producto es menos tentador. Como no hay competencia entre las líneas de transporte, la única escapatoria a este monopolio ha sido comprar un vehículo propio. El Primer Mundo, por el contrario, apuesta por la dirección contraria: aumentar la calidad del servicio así se reduce la cantidad de coches.

- La distorsión de los precios actual, que permite a los empresarios tener una excusa para su falta de inversión en nuevas unidades, reclamar un aumento de tarifas y de subsidios. Al comprar un litro de leche se está pagando parte de la gasolina de los colectivos y parte de un dinero que se les paga (en particular en Buenos Aires) por existir y no hacer huelga. Por si todo eso fuera poco, igual hay que pagar un boleto carísimo. La gasolina que pagan no está más cara que antes de la crisis. Los sueldos no han aumentado tanto como el boleto. No se invierte en nuevas unidades. ¿Cuál es la justificación para que la ciudadanía gaste más dinero, por dos caminos separados? Cierto: que el Ministerio de Planificación de Julio De Vido necesita más dinero para la jubilación del presidente, y que los intendentes también quieren su cuentita en Suiza.

- La falta de transparencia. Debería poder accederse fácilmente por Internet a los balances de estas empresas, además de a los horarios del recorrido. Ni que decir a las declaraciones juradas de intendentes y empresarios...


Todo esto puede sonar poco importante. Pero te invito a pensar, mientras vas en un transporte público, qué podrías hacer si tuvieras varias horas libres más por semana y qué comprarías con el dinero que te sobre después de pagar un boleto más barato (o un IVA más bajo en todos los productos).

martes, 28 de noviembre de 2006

Democracia

Alfonsín ha dicho recientemente que la Argentina no vive en democracia. Tal vez no fuera el más adecuado para decirlo, pero estoy de acuerdo. Aquí van mis argumentos.

Hasta hace poco, ver que en países como Uruguay o Estados Unidos tenían sólo dos partidos en alternancia era considerado por muchos de nosotros como una ficción de democracia. Que un tercer partido no pudiera acceder al poder era una puerta abierta a un gobierno oligárquico, donde dos partidos fueran en realidad uno solo. Pues bien, desde 2001 la Argentina tiene un único partido político, que para reunir más votos se divide en dos poco antes de las elecciones y luego vuelve a cerrar filas. Esta maniobra de tenazas fue utilizada claramente en las elecciones donde Ménem se opuso a Kirchner y en las que Duhalde se opuso a Kirchner. Pero la realidad es que no hay oposición.

Otro motivo por el cual no hay democracia en Argentina es que el poder público está concentrado en un único poder, el Ejecutivo. El Poder Judicial, tal como hicieron los presidentes anteriores, depende del poder ejecutivo (de eso se trató la reforma del Consejo de la Magistratura, y por eso hay en este momento una lucha interna en el kirchnerismo para elegir el presidente de dicho Consejo). El Poder Legislativo, el Congreso, no legisla ni sesiona.

El Gobierno ni siquiera se esfuerza en simular que existan los tres poderes. Aún cuando podría aprobar automáticamente cualquier ley, ya que posee mayoría en ambas cámaras, prefiere gobernar por decreto y así ahorrarles el transporte (el tiempo, no los viáticos) a los legisladores. Aunque los decretos son una medida extraordinaria, para momentos de grave riesgo social, ayer se han promulgado 70 decretos juntos, entre los cuales se encuentran cuestiones críticas como la eliminación del mínimo y del máximo de los subsidios, y la eliminación del tope de los salarios públicos, aumentando el sueldo del Presidente.

Está claro que el presidente no respeta la Constitución, y nada puede frenarlo, ya que no tiene obstáculo alguno para cambiar los aspectos de la misma que no le convengan (el uso discrecional de los decretos de necesidad y urgencia, y la reforma inconstitucional de la Magistratura son sólo dos ejemplos). Alguien podrá decirme que se respeta la Constitución, al menos en el punto de las elecciones cada cuatro años. Claro que se respeta: no hay posibilidades de que Kirchner no sea reelecto en el 2007, y si la hubiera, la maniobra de tenazas ya ha probado su eficacia.

Finalmente, no existe oposición pública. Las manifestaciones en Argentina se dividen en tres grupos: aquellas que han sido organizadas y cuya asistencia es obligatoria (como las de los piqueteros, las gremiales, etc.), las que piden justicia y aquellas que tienen un motivo económico. El principio es el que sigue: mientras no se le quite mucho dinero de una vez a la clase media, o haya un asesinato o genocidio de por medio, es imposible que haya una manifestación que no esté organizada por el mismo Estado o una de sus instituciones (los sindicatos son instituciones estatales). De esto se sigue que jamás habrá una manifestación por una cuestión social, como es el derecho al trabajo, a la vivienda o a la educación, salvo que sea organizada por una institución estatal y el motivo sea sólo una fachada para ejercer presión política. Estoy convencido de que mientras el poder adquisitivo se vaya erosionando gradualmente (como lo hace ahora), Kirchner puede contar con una ciudadanía dócil. La erosión brutal de la hiperinflación es su único peligro.

Partido único, de marcada tendencia sectaria, poder judicial sumiso, legislatura que no legisla, población domesticada. Si alguien lo sabe, le pido que me explique por qué esto no podría ser el principio de un PRI mexicano, de un Chávez, de un Rodríguez Saá a nivel nacional.

También me gustaría ver algún signo de que esta situación vaya a mejorar en vez de empeorar. Aún relativizando todos estos argumentos, yo no lo veo. La única posibilidad que el crecimiento económico actual produzca un cambio hacia la democracia. Pero esta es una hipótesis arriesgada, y viendo a China o Venezuela yo no apostaría a favor.


Nota posterior:

También ya asistimos al estreno oficial de los desaparecidos en "democracia" (digo oficial porque ya los había antes, aunque no tenían nombre): se llama Jorge López.

lunes, 27 de noviembre de 2006

Presentación

El lobo estepario me parece una excelente metáfora del observador. Durante las noches de invierno recorre las calles desiertas de los pueblos montañosos, observando a través de las ventanas la vida de personas que no se saben observadas. Además, ese lobo está por su condición separado de esa sociedad humana, y desde esa distancia puede estudiarla con mayor objetividad.

Chomsky habla del problema de Orwell, quien por cierto es el autor de la antiutopía 1984. La pregunta que se hace es: ¿por qué el ser humano acepta como verdaderos (o naturales) ciertos enunciados cuando hay una cantidad abrumadora de evidencia en contra? No tengo la respuesta, pero pienso que es fácil verificar que quien vive en una sociedad tiene normalmente una capacidad limitada para estudiar dicha sociedad. Es fácil indignarse con los norteamericanos que realmente creen que la invasión a Irak responde a fines humanitarios, pero me gustaría saber por qué razón un argentino tendría el privilegio de estar a salvo de esta ceguera con respecto a su propia sociedad. Por el contrario, creo que no está a salvo, e incluso le resulta difícil contrastar su cultura con otras, ya que los países cercanos comparten más de lo que se cree, y aunque sea por una cuestión de distancias y poder adquisitivo muy pocos llegan a conocer otras formas de pensar radicalmente diferentes.

Yo soy un argentino viviendo en Barcelona que intenta revisar sus valores y convicciones, descartando una parte y conservando otra. Al vivir un tiempo aquí, en este punto de encuentro de tantas culturas diferentes, uno se da cuenta de que lleva cosas dentro que no sabía que estaban, o que no se imaginaba que podían ser diferentes. En este blog me propongo hablar de esto y por eso también de política.

No entiendo a la política como aquello que un gobierno, en una supuesta esfera desligada del resto de la ciudadanía, le hace a un pueblo. Entiendo a la política como la manera en que el ciudadano intenta afectar las reglas de su sociedad, reconociendo que hay cargos e instituciones con una mayor capacidad de afectar dichas reglas. En otras palabras, creo que la actividad de alguien opinando sobre la sociedad en un bar, de un periodista, de un director de escuela o de un presidente tiene diferencias en cuanto a su importancia pero comparte ciertos principios similares. Que alguien se robe el cesto de una plaza porque le sirve para su cocina, aunque ese cesto lo pague toda la sociedad, me parece que está relacionado con el que un presidente venda YPF por un precio irrisorio para obtener un beneficio económico propio.

No espero que a ningún argentino le agrade lo que digo aquí. Son sólo opiniones, pero estoy dispuesto a defenderlas y hasta descartarlas si se me convence con argumentos de que estoy equivocado. Y, como vivo en España, puedo dormir tranquilo por las noches sabiendo que la policía (o la empresa 9 de Julio, en Mar del Plata, o la gente de Moyano, o los piqueteros, etc.), no me hará "desaparecer" en algún basural.

Finalmente, quiero limitar el uso de falacias aclarando que no tengo filiación política argentina alguna. Esto en principio no sería necesario, ya que lo que importa es el argumento, no quien lo diga, pero en Argentina suele ser la forma más rápida de desacreditar a alguien. Generalmente he votado a los socialistas, el único partido que no ha traicionado al país en el tiempo que he vivido allí - tal vez sólo porque no ha gobernado -.
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