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martes, 28 de noviembre de 2006

Democracia

Alfonsín ha dicho recientemente que la Argentina no vive en democracia. Tal vez no fuera el más adecuado para decirlo, pero estoy de acuerdo. Aquí van mis argumentos.

Hasta hace poco, ver que en países como Uruguay o Estados Unidos tenían sólo dos partidos en alternancia era considerado por muchos de nosotros como una ficción de democracia. Que un tercer partido no pudiera acceder al poder era una puerta abierta a un gobierno oligárquico, donde dos partidos fueran en realidad uno solo. Pues bien, desde 2001 la Argentina tiene un único partido político, que para reunir más votos se divide en dos poco antes de las elecciones y luego vuelve a cerrar filas. Esta maniobra de tenazas fue utilizada claramente en las elecciones donde Ménem se opuso a Kirchner y en las que Duhalde se opuso a Kirchner. Pero la realidad es que no hay oposición.

Otro motivo por el cual no hay democracia en Argentina es que el poder público está concentrado en un único poder, el Ejecutivo. El Poder Judicial, tal como hicieron los presidentes anteriores, depende del poder ejecutivo (de eso se trató la reforma del Consejo de la Magistratura, y por eso hay en este momento una lucha interna en el kirchnerismo para elegir el presidente de dicho Consejo). El Poder Legislativo, el Congreso, no legisla ni sesiona.

El Gobierno ni siquiera se esfuerza en simular que existan los tres poderes. Aún cuando podría aprobar automáticamente cualquier ley, ya que posee mayoría en ambas cámaras, prefiere gobernar por decreto y así ahorrarles el transporte (el tiempo, no los viáticos) a los legisladores. Aunque los decretos son una medida extraordinaria, para momentos de grave riesgo social, ayer se han promulgado 70 decretos juntos, entre los cuales se encuentran cuestiones críticas como la eliminación del mínimo y del máximo de los subsidios, y la eliminación del tope de los salarios públicos, aumentando el sueldo del Presidente.

Está claro que el presidente no respeta la Constitución, y nada puede frenarlo, ya que no tiene obstáculo alguno para cambiar los aspectos de la misma que no le convengan (el uso discrecional de los decretos de necesidad y urgencia, y la reforma inconstitucional de la Magistratura son sólo dos ejemplos). Alguien podrá decirme que se respeta la Constitución, al menos en el punto de las elecciones cada cuatro años. Claro que se respeta: no hay posibilidades de que Kirchner no sea reelecto en el 2007, y si la hubiera, la maniobra de tenazas ya ha probado su eficacia.

Finalmente, no existe oposición pública. Las manifestaciones en Argentina se dividen en tres grupos: aquellas que han sido organizadas y cuya asistencia es obligatoria (como las de los piqueteros, las gremiales, etc.), las que piden justicia y aquellas que tienen un motivo económico. El principio es el que sigue: mientras no se le quite mucho dinero de una vez a la clase media, o haya un asesinato o genocidio de por medio, es imposible que haya una manifestación que no esté organizada por el mismo Estado o una de sus instituciones (los sindicatos son instituciones estatales). De esto se sigue que jamás habrá una manifestación por una cuestión social, como es el derecho al trabajo, a la vivienda o a la educación, salvo que sea organizada por una institución estatal y el motivo sea sólo una fachada para ejercer presión política. Estoy convencido de que mientras el poder adquisitivo se vaya erosionando gradualmente (como lo hace ahora), Kirchner puede contar con una ciudadanía dócil. La erosión brutal de la hiperinflación es su único peligro.

Partido único, de marcada tendencia sectaria, poder judicial sumiso, legislatura que no legisla, población domesticada. Si alguien lo sabe, le pido que me explique por qué esto no podría ser el principio de un PRI mexicano, de un Chávez, de un Rodríguez Saá a nivel nacional.

También me gustaría ver algún signo de que esta situación vaya a mejorar en vez de empeorar. Aún relativizando todos estos argumentos, yo no lo veo. La única posibilidad que el crecimiento económico actual produzca un cambio hacia la democracia. Pero esta es una hipótesis arriesgada, y viendo a China o Venezuela yo no apostaría a favor.


Nota posterior:

También ya asistimos al estreno oficial de los desaparecidos en "democracia" (digo oficial porque ya los había antes, aunque no tenían nombre): se llama Jorge López.

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