A los españoles les suele sorprender el hecho de que en Argentina haya crisis cada poco, que Maradona diga lo que dice y tengan que castigarlo en la FIFA, que haya tanta desnutrición en un país tan extenso, que haya tantos problemas en un país que dedica no pocos esfuerzos a dar la imagen de lo contrario. ¿Cómo es posible que los Menem, los Kirchner, los militares de la guerra sucia, y tantos otros sigan libres? ¿Por qué la gente no se cansa y fuerza un cambio en serio? La respuesta no es fácil, y no es única. Hay quien culpa al peronismo, otros dicen que se debe a la inmigración anarquista de principios del siglo XX, otros a los Estados Unidos, etc. Creo que todos tienen parte de responsabilidad. Pero hay un factor que casi nadie tiene en cuenta, y son los cómplices argentinos.
Hay algunos cómplices de la decadencia que son fácilmente identificables. Los gobernantes en general, con sus escándalos de corrupción y hasta asesinato, en general impunes. La "oligarquía", un concepto un tanto difuso que engloba a las grandes empresas argentinas, que han exprimido al Estado (o sea, a todos los argentinos) en cuanto han podido. Clarín con la licuación de su deuda en el corralito, los Macri con Correos Argentinos y demás, etc.
Hay otros cómplices muy famosos, los punteros. Aquellos que por dinero compran votos, compran DNIs, amenazan a quien necesitan, y hasta secuestran poblados enteros en Formosa, para que pueda ganar las elecciones el caudillo que les paga. Ya que estamos, también podemos hablar de complicidad en aquellos que venden su voto por unas zapatillas o un lavarropas. De estos últimos, la clase media (que se autodefine como inteligente), cree que lo hacen por pura ignorancia, repitiendo un poco el estereotipo del indígena que le cambiaba oro a Colón por cascabeles. Ni tanto ni tan poco, digo yo.
Pero en Argentina, al menos por ahora, la que decide el rumbo de las elecciones es la clase media. Los Kirchner, pese a todo el aparato que tienen, perdieron las últimas elecciones por no poder controlar el voto de esta clase media. Una clase media que se define a sí misma como víctima, una pobre gente explotada por el gobierno a la que no le queda otro remedio para sobrevivir que sumir a la clase baja en la pobreza y la discriminación. Es de estos cómplices que quiero escribir hoy.
¿Cómo llega una persona de clase media argentina a ser cómplice? La verdad es que no hace falta saber o callar nada, no hace falta tener negocios con Julio De Vido, sólo hace falta compartir ciertos valores, muy argentinos, que escudan y protegen a la corrupción que atraviesa a toda la sociedad. Son valores que hacen que, durante el gobierno de Menem, muchos lo consideraran un "vivo", por más que se estuviera robando el dinero del país, y empresas estatales que costó décadas de esfuerzo humano crear (pienso en los miles de kilómetros de líneas férreas abandonadas, por ejemplo).
Aquí está una prueba fácil para determinar si uno es cómplice. Si uno cree que Menem es un vivo, ya está. Aún así, si uno cree que Menem es un hdp, pero íntimamente sabe que, si pudiera estar en su sitio, haría exactamente lo mismo, también es un cómplice. Porque nuestros gobernantes son un reflejo nuestro, no están hechos de una fibra diferente.
Para nosotros, en general, es positivo ganar mucho dinero sin trabajar. Esto ya abre la puerta a la estafa y a la bajísima productividad de los empleados públicos y no públicos. Si sos un ñoqui, tus amigos te admirarán y envidiarán.
Es que nos encanta recibir sin dar nada a cambio. Nuestra fama en España, antes que de ser prepotentes y sabelotodos es la de ser unos aprovechadores. Demasiadas tías españolas cometieron la imprudencia se invitar por unos días a un sobrino argentino, para encontrarse después con un grandulón treintañero viviendo durante meses sin salir de delante de la tele salvo para comprar cigarrillos, su único gasto. Y para peor, nos creemos merecedores de tanta generosidad. Nos merecemos un dinero que no nos pertenece. No es extraño, entonces, que el funcionario que roba se crea con derecho también.
Para nosotros, es cosa de todos los días saltarnos la ley en cualquiera de sus formas (sea un semáforo en rojo, sea pagando en negro, sea no pagando el IVA, etc.). De ahí que tampoco nuestros presidentes respeten la ley, ni siquiera la Constitución.
Para nosotros, es cosa de todos los días mentir, ocultar, y mantener una ficción hipócrita por "buena educación". Por eso cuando descubrimos que nuestro presidente nos ha mentido una vez, ya no volvemos a creer en él.
Nosotros, los argentinos, no somos capaces de asumir responsabilidades por nuestros actos. Si nos garantizaran el anonimato, cometeríamos todos los delitos posibles. Somos adolescentes permanentes. Por eso nos parece razonable que la culpa de nuestros males siempre esté afuera (sea Estados Unidos, sea Chile, sea la masonería, sea la derecha liberal transocéanica). Seguramente las valijas de Antonini sean una pura ficción alimentada por grupos facciosos nacionales alentados por la señora Bush.
Somos conformistas. Tenemos aversión al cambio y a los problemas. Creemos que si no lo somos nos vamos a amargar la vida. Podemos pasarnos la vida haciendo viajes de cientos de kilómetros ida y vuelta a Buenos Aires, pero no reclamaremos un buen servicio de trenes, o la liberación del espacio aéreo a empresas de bajo costo, o simplemente que los trámites puedan ser hechos en nuestra propia ciudad. En política, creemos que más vale malo conocido que bueno por conocer, y en ocasiones votamos conscientemente al más corrupto de los que hay disponibles, simplemente porque ya sabemos qué esperarnos de él. Hacemos de la resignación casi una virtud. Vemos cómo se degradan nuestras ciudades, y lo aceptamos como si el destino ya hubiera tomado una decisión. Vivimos en nuestra sociedad como testigos, casi nunca participamos en ella, de hecho odiamos a los demás argentinos. De esta desunión entre nosotros, y de nuestra desidia, bien saben sacar provecho los más vivos.
Nos encanta el cortoplacismo. Mejor ganar mucho en poco tiempo, aunque sea insostenible, que tener una ganancia algo menor durante más tiempo. Quemamos nuestras fuentes de ingresos con este abuso. Y los políticos que hablan de proyectos de país nos aburren (si es que queda alguno), queremos la Revolución Productiva ya, queremos estar en el Primer Mundo mañana, o al menos queremos pagar el auto nuevo con moneditas aunque la deuda externa se multiplique día a día.
A nosotros, los argentinos, no nos enseñaron ninguna herramienta para poder separar la paja del trigo, salvo el método científico, y de pasada. Nos parece que si nos acusan de algo, con decir "vos también", ya hemos ganado la discusión. "Vos te robaste el dinero de los pasajes". "Sí, pero vos te robaste algo", este un esquema argumentativo básico. Otro es insultar al otro, o intentar silenciarlo diciendo no que sus argumentos sean buenos, sino que él no es quién para decirlos. "Decís eso porque sos puto", "vos no sabés nada", etc. Los argumentos siguen en pie, tranquilitos, pero el que insulta se queda satisfecho como si la inteligencia consistiera en escalar insultos lo más rápidamente posible. Por eso aceptamos que los políticos desvíen la pelota de la misma penosa manera, y hasta repetimos sus "hallazgos".
A nosotros nos gustaría ser vivos. El boludo es aquel que, por falta de talento o inteligencia, pierde. El vivo es aquel que, por astucia y trucos, jode al boludo. Es esta ambigüedad (queremos ser vivos, pero siempre hay uno más vivo que nosotros), que hace que sintamos por nuestros líderes una mezcla de resentimiento y envidia. A veces, cuando ya somos demasiado boludos, podemos ponernos el título de víctimas, y rescatar así un poco de nuestro orgullo. Pero esta dinámica, este prejuicio de que una sociedad es una estructura jerárquica donde los vivos suben, hace precisamente que todo tipo de estafadores y corruptos sean los que asciendan. Si no nos pareciera inevitable, tal vez lo evitaríamos.
A nosotros nos gustan las cosas simples. Somos inteligentes y punto. Somos lo mejor, y punto. Somos lo peor, y punto. Nuestras mujeres son las más lindas. El que se queja es un puto. Son todos fachas (menos uno mismo). Son todos boludos (menos uno mismo). La vida, sin embargo, se escapa por los matices. Pero nuestra pasión, nuestra obsesión por la simplicidad, convierte a quienes están por encima nuestro en Dios o en el Diablo. Un fanatismo se opone al otro.
A nosotros nos gusta que hagan las cosas por nosotros. Nos encanta ser salvados. De ahí nuestra pasión por el asistencialismo, por sobrecargar al Estado de potestades, por votar a quien se parezca más a nuestra idea de un Jesucristo personal. Por eso votamos a quienes nos da zapatillas, o a los amigos de quien nos protege del mundo hostil del desempleo. Por eso nos gusta ser católicos. La figura del salvador se corresponde a nuestra incapacidad para asumir la responsabilidad de nuestras vidas. Queremos nuestro Berlusconi, y cada tanto lo tenemos.
Nos gusta insultarnos, es una muestra de confianza. Por eso es normal que los políticos se insulten.
Nos gusta tener miedo, nos hace sentir adrenalina, sin ella ya no podemos vivir. Por eso nos encantan los complots y las amenazas de golpe de estado con las que nos atemorizan casi todos los días desde el gobierno.
Nos gusta dividir el mundo en centro y periferia. Por eso nuestras ciudades están casi vacías de actividad, salvo en su centro. Por eso casi todas las líneas de colectivo de Mar del Plata pasan por el centro. Por eso aceptamos la existencia del inmenso cáncer que representa Buenos Aires, que produce poco pero consume los recursos de todo un país. Por eso no nos extraña que nuestros diputados y senadores no nos representen a nosotros, sino al gobierno central. Por eso pierden tantos votos los partidos locales en las elecciones municipales. Nos gusta la jerarquía. No nos gustan las cosas complejas. Por eso somos unitarios, no federales.
Tampoco nos gusta debatir. Insultar e imponer sí. Mandar a callar también. Pero debatir nos da miedo, porque no sabemos. Podemos amenazar, atacar la sexualidad del otro, forzarlo a hacer algo que es claramente una estupidez. Pero jamás atacaremos un argumento de frente. Eso implicaría la posibilidad de perder, y nuestro orgullo nos impide arriesgarnos a semejante cosa. Es mejor recorrer otros caminos, que le dan a uno psicológicamente la razón, aunque en realidad le impidan tenerla. Por eso nuestros gobiernos tienden a ser autocráticos, y nuestro Congreso nunca debate nada en serio: todas las posiciones ya están fijas de antemano, los largos monólogos son sólo un pequeño acto de onanismo, y la democracia se vuelve imposible.
Somos de derechas. Para qué mentir. No nos gustan los cambios, podríamos tener que empezar a trabajar en serio, o perder lo poco que tenemos. Por eso todos nuestros gobiernos son de derechas, en el sentido de que defienden el orden establecido. Los Kirchner no han cambiado la sociedad, ni han querido. Meten a algunos militares claramente culpables en la cárcel, se saludan con el populista Chávez, y ya todos nos creemos que son el Che Guevara en calzoncillos. No lo son. El cambio que necesita argentina no es un 6% del PBI. Cerrar las heridas de la década del 70 está perfecto, claro que sí, ya era hora de un poco de justicia. Pero ningún gobierno que no logra bajar los niveles de pobreza y desigualdad puede llamarse con honestidad de izquierdas. Pero claro, una cosa es lo que dicen y otra lo que hacen. Son hipócritas, como nosotros.
Es que nos encanta mantener una imagen, aunque por detrás todo se esté cayendo a pedazos. Nos gusta parecer ricos, atractivos y simpáticos, aunque por detrás nos hayamos gastado cinco sueldos en un celular, nos hayan salido hongos por la cama solar y nos encante hablar mal de todo el mundo. Por eso, lo único que pedimos a nuestros gobernantes y a los emigrados, es que hagan lo que hagan, den buena imagen. Mucha gente cree que el gobierno de los K es el más corrupto de la historia, pero no pasa nada mientras no se sepa afuera. Puede que en consulado argentino sea una tomadura de pelo, pero por favor, que ningún emigrado escriba sobre eso. Tal vez vivir en la sociedad argentina sea insoportable, pero por favor, bajo ningún concepto, que nadie escriba este post. Esta obsesión por la imagen está haciendo que los magníficos edificios (en sentido metafórico) que la Argentina construyó en el pasado sean ruinas hoy día, como pasa con el arte, la música, la educación, la sanidad, la Constitución, etc., pero nadie hace nada mientras nadie de afuera vea las grietas en la cáscara. Tengo una mala noticia: después del corralito, el mundo entero conoce las grietas de la Argentina. En España hay una docena de programas al año sobre los trapitos sucios argentinos. Ya se sabe que mueren niños de hambre por todos lados. Se sabe lo que es el paco. Se saben muchas cosas (otra cosa es que se entiendan). Por favor, ya es hora de dejar tanta fachada y construir un país en serio, que enorgullezca en serio.
Es por nuestros valores (y también por nuestros actos) que la mayoría de argentinos somos cómplices. Como dije al principio, no es tan simple como decir que la culpa de todo la tiene esto, ni mucho menos. Otros han ayudado, han destruido donde no les dejaban minar. Pero también es cierto que otros países también han sufrido a esos otros, como Australia, Chile, Brasil, España, etc., y sin embargo están saliendo adelante, o ya han salido adelante, mucho mejor que la Argentina. La corrupción no desaparecerá mientras seamos tan corruptos como quienes nos gobiernan. O mientras su corrupción nos parezca divertida, necesaria, o envidiable. Mientras aceptemos la corrupción del kioskero que no nos da el ticket para no pagar el IVA, o el del docente que no da clases pero cobra, o del compañero de trabajo que se roba algo de la empresa. Mientras no tomemos parte, y, aunque sea a la distancia, hagamos algo, aunque sea una voz en el vacío, que ayude a cambiar las cosas, o al menos intente llamar la atención sobre ciertos problemas que a otros, ya acostumbrados, no les llama la atención. O al menos, mientras riamos cuando alguien nos cuenta la hazaña de cómo jodió a otro.
La corrupción está, para mí, en todos los estratos sociales de la Argentina, y al estar tan al alcance nos hace comprender y tolerar la corrupción de otros. Quién no tiene un trapito sucio que ocultar. Pero ya va siendo hora, a pocos días del Bicentenario, de madurar un poquito y mirar el problema de frente. No me importa si la culpa la tienen los italianos que bajaron del barco, o los "traidores" como yo que escriben y reciben amenazas desde España. Sólo me gustaría ver un cambio en Argentina, por la gente que vive allí y que aprecio, y que tiene que vivir día a día a la defensiva, frente a la horda de pequeños estafadores y ladrones que pueblan las instituciones, los comercios y las calles de nuestro país.
Yo les juro que lo intento. Devuelvo billeteras, con dinero dentro, que encuentro tiradas en el aeropuerto, intento cambiar algo escribiendo en este blog, no estafo a nadie, no pido favores que luego no devolveré, no me quedo con el dinero de nadie. Si por eso pensás que soy un boludo, por eso mismo sos otro cómplice.
lunes, 22 de febrero de 2010
lunes, 28 de septiembre de 2009
Consulado
Hoy, después de muchos meses, tuve la ocasión de volver a experimentar la burocracia argentina. Había perdido un poco la práctica, y eso me permitió apreciar ciertos detalles.
Hace ya unos días, solicité un turno a través de la página web del consulado. La página es un poco precaria, ya que para buscar un turno libre hay que recorrer día tras día hasta encontrar un hueco, cada uno de 7 minutos, libre. Aviso que sólo se puede hacer un trámite a la vez, así que para hacer dos trámites hay que inscribirse dos veces. Pero uno no puede volver a inscribirse mientras haya una cita pendiente. Como los turnos pueden tardar hasta dos meses, uno puede tardar cuatro meses en hacer, por ejemplo, una renovación de pasaporte y un cambio de domicilio. También es notorio que, debido a que sólo quedaban 3 turnos libres en los siguientes dos meses, es fácil quedarse sin posibilidad de pedir uno. También hay que resaltar que en el consulado no se trabajan ni los feriados argentinos, ni los españoles, ni los catalanes.
Llegué con puntualidad a mi esperado turno, y con puntualidad me atendieron. Una excelente noticia, a decir verdad. ¿Mi trámite? Renovación de pasaporte. Hay dos tipos: una renovación íntegra (un pasaporte nuevo) o un sellado. Había solicitado el sellado, por su rapidez. Entregué mi pasaporte, me pusieron cuatro sellos, y en menos de un minuto el pasaporte estaba listo. Entonces comenzaron las sorpresas.
La primera sorpresa fue que tenía que ir a hacerme dos fotos carnet, de un tipo específico, en una casa de fotografías también específica. Mientras tanto, en el consulado se quedaban el pasaporte. Así que salí a la calle y me hice las fotos.
La segunda sorpresa fue que tenía que ir a otro edificio para pagar. Encontré el edificio: un banco BBVA. En el cajero había una calco que decía "trámites del consulado argentino: poner imprimir". Genial. Por un momento sentí que estaba en una búsqueda del tesoro, y que me habían dejado pistas por toda Barcelona. Así que pagué. 30 euros por unos sellos. 30. Una cena en un restaurante con una estrella Michelín. 5 comidas en el McDonald's. Un mes de transporte público. Nafta como para ir a Francia ida y vuelta. Un vuelo a Berlín. 5 DNIs españoles. 30 euros.
Entonces tuve dos revelaciones. Una, es que no se pagaba en el consulado por la triste experiencia de que casi todo empleado argentino, si tiene la oportunidad, roba. La segunda, que Argentina, como todo país tercermundista, intenta exprimirle hasta el último centavo que pueda a quienes viven en o vienen del extranjero.
Volví a las 13:30, la hora que me habían indicado. Entregué el ticket y las fotos. Me dijeron, con mucha amabilidad, que tenía que esperar una media hora. El sitio estaba lleno, estaban todos. Estaba el grasa de Vicente López, estaba el gordo de asados sudado y con una camisa de 10 euros, estaba la falsa rubia platinada de Burzaco, estaba el ex-marino facha con sus jeans azul oscuro y sus zapatos de cuero. Y, sobre todo, estaban los niños. Bebés y niños. Niños que gritaban, corrían y se chocaban con la gente. Unos viejos y yo éramos casi los únicos que no llevábamos un niño. Los argentinos en el extranjero nos reproducimos como conejos.
Mientras me aburría, escuché algunas conversaciones próximas. Dos madres argentinas acababan de descubrir que vivían en el mismo pueblo de Valencia. Ambas habían venido a hacer el mismo trámite que yo a las 9 de la mañana. O sea: salieron a las 6 de Valencia, llegaron a las 9 a Barcelona, entregaron el pasaporte, les pusieron los sellitos y les dijeron que volvieran a las 13:30. Regresarían a Valencia a eso de las 18, 12 horas después, para conseguir unos sellitos.
A las 14:15 me llamaron. Yo esperaba que al menos hubieran pegado mis fotos en el pasaporte y lo hubieran plastificado. Nada de eso. Me devolvieron el pasaporte tal cual. O sea que la espera de 45 minutos (para algunos, de horas enteras) era para nada (¿verificar que el ticket de pago fuera verdaderos? ¿Llamar a Argentina para ver si yo estaba en busca y captura? ¿Calcar mi foto?).
Para finalizar, un detalle encantador. Al entregar el pasaporte, me hicieron una pregunta. ¿La edad? No, estaba escrita. ¿La dirección? No, el cambio de domicilio es otro trámite. ¿Cambio en el estado civil? Podría ser, pero no. Me preguntaron mi altura. Mi altura.
Por cierto, la renovación de pasaporte sería inútil si me dejaran entrar en la Argentina con mi pasaporte español. Pero no: quieren tener controlado quién logra huir y quién vuelve de visita.
Lo diré. Lo tengo que decir. Me cago en la Argentina y todo su tercermundismo.
Tabla de precios
Costo de un DNI español nuevo: 7 euros
Costo de un pasaporte español nuevo: 10 euros
Costo de tres sellos en un pasaporte argentino: 30 euros
Costo de un pasaporte argentino nuevo en Barcelona: no tiene precio
Hace ya unos días, solicité un turno a través de la página web del consulado. La página es un poco precaria, ya que para buscar un turno libre hay que recorrer día tras día hasta encontrar un hueco, cada uno de 7 minutos, libre. Aviso que sólo se puede hacer un trámite a la vez, así que para hacer dos trámites hay que inscribirse dos veces. Pero uno no puede volver a inscribirse mientras haya una cita pendiente. Como los turnos pueden tardar hasta dos meses, uno puede tardar cuatro meses en hacer, por ejemplo, una renovación de pasaporte y un cambio de domicilio. También es notorio que, debido a que sólo quedaban 3 turnos libres en los siguientes dos meses, es fácil quedarse sin posibilidad de pedir uno. También hay que resaltar que en el consulado no se trabajan ni los feriados argentinos, ni los españoles, ni los catalanes.
Llegué con puntualidad a mi esperado turno, y con puntualidad me atendieron. Una excelente noticia, a decir verdad. ¿Mi trámite? Renovación de pasaporte. Hay dos tipos: una renovación íntegra (un pasaporte nuevo) o un sellado. Había solicitado el sellado, por su rapidez. Entregué mi pasaporte, me pusieron cuatro sellos, y en menos de un minuto el pasaporte estaba listo. Entonces comenzaron las sorpresas.
La primera sorpresa fue que tenía que ir a hacerme dos fotos carnet, de un tipo específico, en una casa de fotografías también específica. Mientras tanto, en el consulado se quedaban el pasaporte. Así que salí a la calle y me hice las fotos.
La segunda sorpresa fue que tenía que ir a otro edificio para pagar. Encontré el edificio: un banco BBVA. En el cajero había una calco que decía "trámites del consulado argentino: poner imprimir". Genial. Por un momento sentí que estaba en una búsqueda del tesoro, y que me habían dejado pistas por toda Barcelona. Así que pagué. 30 euros por unos sellos. 30. Una cena en un restaurante con una estrella Michelín. 5 comidas en el McDonald's. Un mes de transporte público. Nafta como para ir a Francia ida y vuelta. Un vuelo a Berlín. 5 DNIs españoles. 30 euros.
Entonces tuve dos revelaciones. Una, es que no se pagaba en el consulado por la triste experiencia de que casi todo empleado argentino, si tiene la oportunidad, roba. La segunda, que Argentina, como todo país tercermundista, intenta exprimirle hasta el último centavo que pueda a quienes viven en o vienen del extranjero.
Volví a las 13:30, la hora que me habían indicado. Entregué el ticket y las fotos. Me dijeron, con mucha amabilidad, que tenía que esperar una media hora. El sitio estaba lleno, estaban todos. Estaba el grasa de Vicente López, estaba el gordo de asados sudado y con una camisa de 10 euros, estaba la falsa rubia platinada de Burzaco, estaba el ex-marino facha con sus jeans azul oscuro y sus zapatos de cuero. Y, sobre todo, estaban los niños. Bebés y niños. Niños que gritaban, corrían y se chocaban con la gente. Unos viejos y yo éramos casi los únicos que no llevábamos un niño. Los argentinos en el extranjero nos reproducimos como conejos.
Mientras me aburría, escuché algunas conversaciones próximas. Dos madres argentinas acababan de descubrir que vivían en el mismo pueblo de Valencia. Ambas habían venido a hacer el mismo trámite que yo a las 9 de la mañana. O sea: salieron a las 6 de Valencia, llegaron a las 9 a Barcelona, entregaron el pasaporte, les pusieron los sellitos y les dijeron que volvieran a las 13:30. Regresarían a Valencia a eso de las 18, 12 horas después, para conseguir unos sellitos.
A las 14:15 me llamaron. Yo esperaba que al menos hubieran pegado mis fotos en el pasaporte y lo hubieran plastificado. Nada de eso. Me devolvieron el pasaporte tal cual. O sea que la espera de 45 minutos (para algunos, de horas enteras) era para nada (¿verificar que el ticket de pago fuera verdaderos? ¿Llamar a Argentina para ver si yo estaba en busca y captura? ¿Calcar mi foto?).
Para finalizar, un detalle encantador. Al entregar el pasaporte, me hicieron una pregunta. ¿La edad? No, estaba escrita. ¿La dirección? No, el cambio de domicilio es otro trámite. ¿Cambio en el estado civil? Podría ser, pero no. Me preguntaron mi altura. Mi altura.
Por cierto, la renovación de pasaporte sería inútil si me dejaran entrar en la Argentina con mi pasaporte español. Pero no: quieren tener controlado quién logra huir y quién vuelve de visita.
Lo diré. Lo tengo que decir. Me cago en la Argentina y todo su tercermundismo.
Tabla de precios
Costo de un DNI español nuevo: 7 euros
Costo de un pasaporte español nuevo: 10 euros
Costo de tres sellos en un pasaporte argentino: 30 euros
Costo de un pasaporte argentino nuevo en Barcelona: no tiene precio
martes, 21 de octubre de 2008
Una nueva estafa
Los Kirchner quieren estatizar las jubilaciones de las AFJP, que se han visto reducidos debido al descenso en las acciones. Los argumentos parecen ser los siguientes:
- proteger a los futuros jubilados
- defenderse del drenaje de fondos que genera el pago de intereses por los bonos que por ley deben comprar las AFJP
Sin embargo, con un poco de historia, se puede ver que:
- casi todos los gobiernos han quitado dinero de las jubilaciones estatales para pagar deuda pública, dejando a los jubilados en la miseria en la que están
- la ANSES es el organismo más burocrático y sobredimensionado del Estado argentino
- a la hora de pagar las jubilaciones, no serán los Kirchner los que tengan que conseguir el dinero, sino algún futuro gobernante
- sería casi excepcional que un gobierno se preocupase realmente por las necesidades de los ciudadanos
- las acciones de las AFJP suben y bajan. De hecho han tenido rentabilidades brutales en todo el mundo en la última década. Mientras que, con tanto robo, las jubilaciones estatales siempre han tenido rentabilidad negativa
El segundo punto, el de frenar el drenaje de los intereses, es interesante porque:
- el gobierno se está endeudando a unas tasas altísimas con Chávez. Prácticamente le están regalando la Argentina, ya que las tasas son mucho más altas que el crecimiento del PBI más optimista.
- el drenaje de los intereses ocurre, pero no porque las AFIP sean malas. El mecanismo está hecho para favorecer al gobierno, que puede endeudarse creando bonos basura que las AFIP están obligadas a comprar. Si hay que pagar intereses de la deuda es porque la cantidad de bonos que se han fabricado es descomunal. Estos bonos tienen una tasa de interés que es inaceptable para el resto del mundo, y las AFIP (y por ende, los futuros jubilados) están obligados a confiar en el estado argentino. Esta es una estafa ya existente, y con otras palabras, consiste en que el gobierno puede fabricar papelitos que valen por un dinero que probablemente no existirá en el futuro. Si yo tributara 100 pesos en jubilación, la mitad (50) va a bonos argentinos. Supongamos que la tasa sea del 2% anual (no voy a buscar la cifra). El año que viene esos 50 pesos en bonos serán 51. Mientras, la inflación habrá hecho que esos 51 pesos compren lo que antes compraban 35, o que valgan por un 10% menos de dólares que ahora. Básicamente, el Estado, de esta manera, roba a los futuros jubilados. Pero parece que no alcanza.
Nada garantiza con el sistema estatal que dentro de 10, 20 ó 30 años quede algo del dinero tributado, o que valga para algo. Es de ilusos pensar que nadie se lo va a robar en ese tiempo. Tampoco queda claro qué pasa con las tributaciones de los que más ganan (clase media y alta). Seguramente, dentro de 30 años su jubilación será la misma mierda que la de quienes han trabajado un mes en su vida. Y tampoco queda claro qué pasará con esos bonos que tienen las futuras extintas AFJP: ¿se hará un default con los accionistas?
La otra pregunta es para qué quieren los Kirchner manejar este dinero. La burocracia estatal ha crecido más que el PBI, y habrá muchos problemas de dinero el año que viene, cuando no entren impuestos por la soja (que vale más o menos la mitad que en marzo). Justo en un año de elecciones legislativas. Creo que ya me imagino para qué quieren el dinero.
Aún más indignante es la conducta de ciertos medios, como Página 12, que por cierto ni siquiera deja opinar en sus notas, y recoge sólo opiniones de miembros del gobierno y economistas amigos. No hay ni un solo economista en sus páginas que se manifieste en contra. Esto no es izquierda, esto no es estar con el pueblo, esto es oficialismo total. En Clarín encuentro que ni siquiera la encuesta del día está relacionada con este tema, como si fuera una cosa de economistas. Esto no es democracia, esto es otro robo, con la complicidad más abyecta de casi todos los medios. Mientras, la bolsa baja más del 10% y el dólar sube. Seguramente no es por cambiar otra vez las reglas de juego (Menem creó las AFJP en los 90), debe ser, como dice Página 12, una maniobra especulativa de las AFJP.
Por cierto, ni siquiera dejan la opción de quedarse en la AFJP si uno quiere. La decisión de la presidenta debe ser obedecida por todos los argentinos, aunque sea inconstitucional. Pero ya ni pensamos en alternativas democráticas, ¿verdad?
Yo estoy en Barcelona, pero si estuviera en Mardel iría a un cacerolazo, como mínimo. Ya sé que los de mi edad no pensamos en la jubilación, o no contamos con ella. Pero estaría bien que algo de dinero nos esperara dentro de unas décadas, y no estar muertos de hambre como los jubilados de hoy. Mañana nos estarán robando. El futuro se decide hoy.
- proteger a los futuros jubilados
- defenderse del drenaje de fondos que genera el pago de intereses por los bonos que por ley deben comprar las AFJP
Sin embargo, con un poco de historia, se puede ver que:
- casi todos los gobiernos han quitado dinero de las jubilaciones estatales para pagar deuda pública, dejando a los jubilados en la miseria en la que están
- la ANSES es el organismo más burocrático y sobredimensionado del Estado argentino
- a la hora de pagar las jubilaciones, no serán los Kirchner los que tengan que conseguir el dinero, sino algún futuro gobernante
- sería casi excepcional que un gobierno se preocupase realmente por las necesidades de los ciudadanos
- las acciones de las AFJP suben y bajan. De hecho han tenido rentabilidades brutales en todo el mundo en la última década. Mientras que, con tanto robo, las jubilaciones estatales siempre han tenido rentabilidad negativa
El segundo punto, el de frenar el drenaje de los intereses, es interesante porque:
- el gobierno se está endeudando a unas tasas altísimas con Chávez. Prácticamente le están regalando la Argentina, ya que las tasas son mucho más altas que el crecimiento del PBI más optimista.
- el drenaje de los intereses ocurre, pero no porque las AFIP sean malas. El mecanismo está hecho para favorecer al gobierno, que puede endeudarse creando bonos basura que las AFIP están obligadas a comprar. Si hay que pagar intereses de la deuda es porque la cantidad de bonos que se han fabricado es descomunal. Estos bonos tienen una tasa de interés que es inaceptable para el resto del mundo, y las AFIP (y por ende, los futuros jubilados) están obligados a confiar en el estado argentino. Esta es una estafa ya existente, y con otras palabras, consiste en que el gobierno puede fabricar papelitos que valen por un dinero que probablemente no existirá en el futuro. Si yo tributara 100 pesos en jubilación, la mitad (50) va a bonos argentinos. Supongamos que la tasa sea del 2% anual (no voy a buscar la cifra). El año que viene esos 50 pesos en bonos serán 51. Mientras, la inflación habrá hecho que esos 51 pesos compren lo que antes compraban 35, o que valgan por un 10% menos de dólares que ahora. Básicamente, el Estado, de esta manera, roba a los futuros jubilados. Pero parece que no alcanza.
Nada garantiza con el sistema estatal que dentro de 10, 20 ó 30 años quede algo del dinero tributado, o que valga para algo. Es de ilusos pensar que nadie se lo va a robar en ese tiempo. Tampoco queda claro qué pasa con las tributaciones de los que más ganan (clase media y alta). Seguramente, dentro de 30 años su jubilación será la misma mierda que la de quienes han trabajado un mes en su vida. Y tampoco queda claro qué pasará con esos bonos que tienen las futuras extintas AFJP: ¿se hará un default con los accionistas?
La otra pregunta es para qué quieren los Kirchner manejar este dinero. La burocracia estatal ha crecido más que el PBI, y habrá muchos problemas de dinero el año que viene, cuando no entren impuestos por la soja (que vale más o menos la mitad que en marzo). Justo en un año de elecciones legislativas. Creo que ya me imagino para qué quieren el dinero.
Aún más indignante es la conducta de ciertos medios, como Página 12, que por cierto ni siquiera deja opinar en sus notas, y recoge sólo opiniones de miembros del gobierno y economistas amigos. No hay ni un solo economista en sus páginas que se manifieste en contra. Esto no es izquierda, esto no es estar con el pueblo, esto es oficialismo total. En Clarín encuentro que ni siquiera la encuesta del día está relacionada con este tema, como si fuera una cosa de economistas. Esto no es democracia, esto es otro robo, con la complicidad más abyecta de casi todos los medios. Mientras, la bolsa baja más del 10% y el dólar sube. Seguramente no es por cambiar otra vez las reglas de juego (Menem creó las AFJP en los 90), debe ser, como dice Página 12, una maniobra especulativa de las AFJP.
Por cierto, ni siquiera dejan la opción de quedarse en la AFJP si uno quiere. La decisión de la presidenta debe ser obedecida por todos los argentinos, aunque sea inconstitucional. Pero ya ni pensamos en alternativas democráticas, ¿verdad?
Yo estoy en Barcelona, pero si estuviera en Mardel iría a un cacerolazo, como mínimo. Ya sé que los de mi edad no pensamos en la jubilación, o no contamos con ella. Pero estaría bien que algo de dinero nos esperara dentro de unas décadas, y no estar muertos de hambre como los jubilados de hoy. Mañana nos estarán robando. El futuro se decide hoy.
jueves, 2 de octubre de 2008
Las princesas
Hoy estaba haciendo cola para pagar mi desayuno en el único bar que hay cerca de mi trabajo, y que siempre está lleno de gente. De pronto, una mujer de unos 25 años, gordita y fea, me empujó desde atrás, mientras decía "Perdón, permiso". Una argentina suelta en Barcelona, está claro: ninguna de las dos palabras se utiliza nunca acá.
Sospechaba que quería colarse, pero existía la posibilidad de que quisiera llegar a las mesas más allá de la cola, así que me quedé mirándola para ver cuál era la urgencia. Se detuvo junto a la cajera, y lentamente se fue incorporando a la cola. Interpuse el cuerpo para que no me ganara el sitio, llegamos a la vez a la caja, y pagué, echándole todo el humo del cigarrillo en la cara. Hizo un gesto, similar al de quien espanta a una mosca, para quitárselo, para que yo lo alejara de ella. Pronto se dio cuenta de que yo lo hacía a propósito, y por orgullo no repitió el gesto. Obviamente, en cuanto terminé de pagar se coló, justo delante de dos compañeros de trabajo, que tuvieron que esperar mientras ella pagaba un café con 50 euros.
Yo sé que es una nimiedad, pero es muy representativa. Para empezar, su actitud era muy notoria por el contraste. Los españoles nunca se cuelan, incluso suelen preguntar quién es el último. Además, si el humo del cigarrillo les molesta, se lo guardan o te lo dicen abiertamente, no hacen gestos para ver si uno se da cuenta. Y, finalmente, no te empujan, y mucho menos cuando hay sitio para pasar de sobra.
Veo dos posibilidades. Una es que lo haya hecho por "viva", una forma de ver la vida para la cual toda norma de convivencia social es una estupidez, lo inteligente es aprovecharse de las circunstancias (y vivir alerta para no ser víctima de otro "vivo" como nosotros). La otra es que lo haya hecho porque todo le está permitido. Si las argentinas son las más lindas del mundo, y ella es argentina, tiene que ser linda.
Ambas posibilidades están muy relacionadas con la cultura y los valores argentinos. Dejaré de lado en este post la viveza criolla, y me quedaré con las princesas argentinas.
En Argentina, estas princesas tienen privilegios. ¿Cuántas veces, en Argentina, dejamos colarse a una mujer linda, sólo por la fantasía de que algún día podríamos tener algo con ella? ¿Cuántos favores hemos hecho sólo por una sonrisa, y a veces ni eso? La princesa argentina se considera un objeto preciado, al cual hay que mimar aunque uno no la conozca, porque tiene la cualidad más valiosa: es bella. Puede no saber cuál es la capital de Argentina, pero eso no importa, porque cree que hasta un gay quiere tener sexo con ella. Tener sexo con la princesa argentina es su falsa promesa, la esperanza que nunca debe desaparecer, su dignidad, su arma más importante.
La princesa argentina piensa que el sexo debe graduarse con cuentagotas. Una sonrisa para el feo que hizo el informe por ella, un beso para el que guapo que lleva tres horas hablándole, una teta en el auto la primera noche, sexo a oscuras para el nuevo novio, tal vez sexo oral o anal para festejar el primer año. Siempre y cuando el novio cumpla, y no tenga que castigarlo sin sexo. ¿Cuáles son las faltas posibles? Todas. No ir a cenar con los padres, salir con tus amigos, decirle una vez que no tiene razón (aunque pocas veces la tenga), no mantenerla.
¿Cuál es el ideal de hombre para esta princesa argentina? Es muy fácil, es ese personaje que muchos inventábamos y muchos inventan en la discoteca. Lo de guapo o no uno ya lo lleva en la cara, pero siempre está bien sugerir que uno tiene un trabajo excelente, que se está llenando de plata, que ha estudiado derecho, que quiere una relación estable y que tiene auto, tal vez un departamento, tal vez incluso uno sea demasiado como para estar con ella.
A la princesa argentina le gustan las telenovelas argentinas y latinoamericanas, porque hablan de ella. De una mujer que podría tener más dinero, que conoce a un Hombre que, además de ser muy atractivo, la salva de la degradación del trabajo y la soltería sin hijos. Una y otra vez vemos a la princesa argentina, en Andrea del Boca, Natalia Oreiro, y tantos gatos que pueblan la televisión.
La princesa marplatense, sin embargo, desprecia a los gatos, y prefiere ni hablar de las putas, y es mi opinión que es el reflejo deformado de su fantasía. La heroína de la telenovela podría ser presentada como un gato, en otro contexto. Y un gato podría muy bien considerarse a sí misma como la protagonista, saliendo con el más rico de la ciudad.
Como he sugerido, las dos armas de la princesa argentina son la belleza y la promesa siempre postergada de sexo y entrega. Si la llave para conseguir tener sexo con ella es tener cierto status y dinero, perdónenme, pero no veo mucha diferencia con una prostituta. Hay una: la prostituta cambia con frecuencia de clientes, mientras que este subtipo de princesa sería una puta con dedicación exclusiva.
Pero aún hay algo que no he mencionado. Cuando una mujer considera que tener sexo con ella es una moneda de cambio (que se obtiene a cambio de ser su novio, de darle status, de mantenerla, etc.), ese sexo ya no es principalmente para ella una forma de obtener placer (y por eso no entenderá a las europeas), ni se escuda en un fin reproductivo (son católicas, pero no tanto). Ese sexo pasa a ser un favor que le hace a su pareja. Y esto sí que es realmente desagradable.
Esta princesa argentina es un producto cultural, tiene unos valores que le ha inculcado la sociedad y que no se atreve a romper. Está cruzada por restos de catolicismo, por valores italianos (el trabajo es denigrante, la escuela es una prisión, hay que salvarse lo antes posible, los demás son estúpidos), por el machismo que la rodea. No hay a su alrededor contrastes fuertes, hay princesas como estas en toda Latinoamérica, no ve opciones, cree que su forma de pensar es natural, inevitable, incluso determinada por el hecho de ser mujer.
Hay otro tipo de mujer, De hecho, hay muchos otros tipos. Me ha costado empezar a entender el comportamiento de las europeas, porque yo también consideraba natural la forma de ser de las princesas. Las catalanas no se comportan así. Si tienen sexo es por placer, no a cambio de algo. Si hay un machista cerca lo ponen en su lugar. Consideran que trabajar es positivo (y necesario), consideran denigrante servir sólo para ama de casa.
Una anécdota que me parece divertida. Una catalana me contaba, indignada, que una argentina una vez le había dicho que lo que más feliz le hacía era plancharle las camisas al marido mientras él trabajaba. A la catalana le parecía una esclava inútil y mediocre, pero orgullosa de serlo. ¿Por qué no se buscaba un trabajo? ¿Cómo podía ser que fuera eso lo que más le gustaba hacer? Entonces le expliqué, con otras palabras, que se trataba de una princesa argentina. Una latina que no entendía los valores europeos, y que por amor propio, o por costumbre, quería crearse un personaje. ¿Quién es feliz planchando las camisas de su esposo? Para la catalana, sólo una estúpida. Para la argentina, la auténtica princesa, casada con un marido con un empleo excelente y mucho dinero, posiblemente ella también de clase alta. La argentina quería dar a entender que había encontrado a su héroe, a su galán de telenovelas, al que la mantenía sin pedir casi nada a cambio, salvo que le plancharan la camisa. Quería demostrar que ella era de clase alta, no una latina aprovechadora. Falló completamente.
Unas palabras finales para la gordita fea del café. Nunca serás mi ama de casa. Nunca encontrarás un Salvador, un italiano atractivo y lleno de dinero. No tenés nada para ofrecer. Nunca te has preocupado demasiado por aprender, ya que creíste que no sería necesario. Seguramente tu experiencia sexual es tan limitada que acostarse con vos es aburrido o desagradable. Nunca dejarás el vocabulario argentino, porque aunque vivas en Barcelona creés que todo el mundo tiene la obligación de aprender a hablar como vos, o al menos de aprender a entenderte. Una princesa linda, con su habilidad para jugar a la postergación, puede enloquecer a un español. Pero no es tu caso, ya que tu personalidad también es fea. Creés que todos los españoles son príncipes, ya que ganan más dinero que los argentinos y viven mejor. Pero ahora has descubierto que acá tus estrategias no sirven, que a nadie le importa que seas nieta del antiguo dueño de todo el partido de La Matanza, que tus delirios de mujer de clase alta latina son ridículos en una sociedad que es casi toda clase media. Espero que te vuelvas pronto a tu ciudad, acá das vergüenza ajena.
Sospechaba que quería colarse, pero existía la posibilidad de que quisiera llegar a las mesas más allá de la cola, así que me quedé mirándola para ver cuál era la urgencia. Se detuvo junto a la cajera, y lentamente se fue incorporando a la cola. Interpuse el cuerpo para que no me ganara el sitio, llegamos a la vez a la caja, y pagué, echándole todo el humo del cigarrillo en la cara. Hizo un gesto, similar al de quien espanta a una mosca, para quitárselo, para que yo lo alejara de ella. Pronto se dio cuenta de que yo lo hacía a propósito, y por orgullo no repitió el gesto. Obviamente, en cuanto terminé de pagar se coló, justo delante de dos compañeros de trabajo, que tuvieron que esperar mientras ella pagaba un café con 50 euros.
Yo sé que es una nimiedad, pero es muy representativa. Para empezar, su actitud era muy notoria por el contraste. Los españoles nunca se cuelan, incluso suelen preguntar quién es el último. Además, si el humo del cigarrillo les molesta, se lo guardan o te lo dicen abiertamente, no hacen gestos para ver si uno se da cuenta. Y, finalmente, no te empujan, y mucho menos cuando hay sitio para pasar de sobra.
Veo dos posibilidades. Una es que lo haya hecho por "viva", una forma de ver la vida para la cual toda norma de convivencia social es una estupidez, lo inteligente es aprovecharse de las circunstancias (y vivir alerta para no ser víctima de otro "vivo" como nosotros). La otra es que lo haya hecho porque todo le está permitido. Si las argentinas son las más lindas del mundo, y ella es argentina, tiene que ser linda.
Ambas posibilidades están muy relacionadas con la cultura y los valores argentinos. Dejaré de lado en este post la viveza criolla, y me quedaré con las princesas argentinas.
En Argentina, estas princesas tienen privilegios. ¿Cuántas veces, en Argentina, dejamos colarse a una mujer linda, sólo por la fantasía de que algún día podríamos tener algo con ella? ¿Cuántos favores hemos hecho sólo por una sonrisa, y a veces ni eso? La princesa argentina se considera un objeto preciado, al cual hay que mimar aunque uno no la conozca, porque tiene la cualidad más valiosa: es bella. Puede no saber cuál es la capital de Argentina, pero eso no importa, porque cree que hasta un gay quiere tener sexo con ella. Tener sexo con la princesa argentina es su falsa promesa, la esperanza que nunca debe desaparecer, su dignidad, su arma más importante.
La princesa argentina piensa que el sexo debe graduarse con cuentagotas. Una sonrisa para el feo que hizo el informe por ella, un beso para el que guapo que lleva tres horas hablándole, una teta en el auto la primera noche, sexo a oscuras para el nuevo novio, tal vez sexo oral o anal para festejar el primer año. Siempre y cuando el novio cumpla, y no tenga que castigarlo sin sexo. ¿Cuáles son las faltas posibles? Todas. No ir a cenar con los padres, salir con tus amigos, decirle una vez que no tiene razón (aunque pocas veces la tenga), no mantenerla.
¿Cuál es el ideal de hombre para esta princesa argentina? Es muy fácil, es ese personaje que muchos inventábamos y muchos inventan en la discoteca. Lo de guapo o no uno ya lo lleva en la cara, pero siempre está bien sugerir que uno tiene un trabajo excelente, que se está llenando de plata, que ha estudiado derecho, que quiere una relación estable y que tiene auto, tal vez un departamento, tal vez incluso uno sea demasiado como para estar con ella.
A la princesa argentina le gustan las telenovelas argentinas y latinoamericanas, porque hablan de ella. De una mujer que podría tener más dinero, que conoce a un Hombre que, además de ser muy atractivo, la salva de la degradación del trabajo y la soltería sin hijos. Una y otra vez vemos a la princesa argentina, en Andrea del Boca, Natalia Oreiro, y tantos gatos que pueblan la televisión.
La princesa marplatense, sin embargo, desprecia a los gatos, y prefiere ni hablar de las putas, y es mi opinión que es el reflejo deformado de su fantasía. La heroína de la telenovela podría ser presentada como un gato, en otro contexto. Y un gato podría muy bien considerarse a sí misma como la protagonista, saliendo con el más rico de la ciudad.
Como he sugerido, las dos armas de la princesa argentina son la belleza y la promesa siempre postergada de sexo y entrega. Si la llave para conseguir tener sexo con ella es tener cierto status y dinero, perdónenme, pero no veo mucha diferencia con una prostituta. Hay una: la prostituta cambia con frecuencia de clientes, mientras que este subtipo de princesa sería una puta con dedicación exclusiva.
Pero aún hay algo que no he mencionado. Cuando una mujer considera que tener sexo con ella es una moneda de cambio (que se obtiene a cambio de ser su novio, de darle status, de mantenerla, etc.), ese sexo ya no es principalmente para ella una forma de obtener placer (y por eso no entenderá a las europeas), ni se escuda en un fin reproductivo (son católicas, pero no tanto). Ese sexo pasa a ser un favor que le hace a su pareja. Y esto sí que es realmente desagradable.
Esta princesa argentina es un producto cultural, tiene unos valores que le ha inculcado la sociedad y que no se atreve a romper. Está cruzada por restos de catolicismo, por valores italianos (el trabajo es denigrante, la escuela es una prisión, hay que salvarse lo antes posible, los demás son estúpidos), por el machismo que la rodea. No hay a su alrededor contrastes fuertes, hay princesas como estas en toda Latinoamérica, no ve opciones, cree que su forma de pensar es natural, inevitable, incluso determinada por el hecho de ser mujer.
Hay otro tipo de mujer, De hecho, hay muchos otros tipos. Me ha costado empezar a entender el comportamiento de las europeas, porque yo también consideraba natural la forma de ser de las princesas. Las catalanas no se comportan así. Si tienen sexo es por placer, no a cambio de algo. Si hay un machista cerca lo ponen en su lugar. Consideran que trabajar es positivo (y necesario), consideran denigrante servir sólo para ama de casa.
Una anécdota que me parece divertida. Una catalana me contaba, indignada, que una argentina una vez le había dicho que lo que más feliz le hacía era plancharle las camisas al marido mientras él trabajaba. A la catalana le parecía una esclava inútil y mediocre, pero orgullosa de serlo. ¿Por qué no se buscaba un trabajo? ¿Cómo podía ser que fuera eso lo que más le gustaba hacer? Entonces le expliqué, con otras palabras, que se trataba de una princesa argentina. Una latina que no entendía los valores europeos, y que por amor propio, o por costumbre, quería crearse un personaje. ¿Quién es feliz planchando las camisas de su esposo? Para la catalana, sólo una estúpida. Para la argentina, la auténtica princesa, casada con un marido con un empleo excelente y mucho dinero, posiblemente ella también de clase alta. La argentina quería dar a entender que había encontrado a su héroe, a su galán de telenovelas, al que la mantenía sin pedir casi nada a cambio, salvo que le plancharan la camisa. Quería demostrar que ella era de clase alta, no una latina aprovechadora. Falló completamente.
Unas palabras finales para la gordita fea del café. Nunca serás mi ama de casa. Nunca encontrarás un Salvador, un italiano atractivo y lleno de dinero. No tenés nada para ofrecer. Nunca te has preocupado demasiado por aprender, ya que creíste que no sería necesario. Seguramente tu experiencia sexual es tan limitada que acostarse con vos es aburrido o desagradable. Nunca dejarás el vocabulario argentino, porque aunque vivas en Barcelona creés que todo el mundo tiene la obligación de aprender a hablar como vos, o al menos de aprender a entenderte. Una princesa linda, con su habilidad para jugar a la postergación, puede enloquecer a un español. Pero no es tu caso, ya que tu personalidad también es fea. Creés que todos los españoles son príncipes, ya que ganan más dinero que los argentinos y viven mejor. Pero ahora has descubierto que acá tus estrategias no sirven, que a nadie le importa que seas nieta del antiguo dueño de todo el partido de La Matanza, que tus delirios de mujer de clase alta latina son ridículos en una sociedad que es casi toda clase media. Espero que te vuelvas pronto a tu ciudad, acá das vergüenza ajena.
martes, 25 de marzo de 2008
Las noticias de hoy
Un pequeño repaso por las noticias de hoy.
Primero, la más sencillita. Están enjuiciando a un tipo de 27 años que, acompañado de un menor de 14, mató por 20.000 pesos (le habían prometido 80.000) a un sindicalista del gremio de los camioneros. Las mafias gozan de perfecta salud en Argentina, y esta huele a Moyano.
La otra es que parece ser que desde hace trece días están cortadas las rutas argentinas por los productores agropecuarios, que se resienten de otro aumento de las retenciones (y por ende, otro alejamiento de la normalidad), que parece que los deja con una ganancia de 8 pesos por vaca. Como dice el ministro de justicia, Aníbal Fernández, es que han "gozado de utilidades infinitas". Esto, además de ser mentira (¿alguien recuerda a Menem?), no sería un problema. Si un sector crece, más gente participa y punto. Y si fuera así no se estaría rematando al campo argentino a precios de risa (de hecho, y paradójicamente, el mismo Fernández aseguró haber impedido muchos remates de campos).
Pero no puedo apoyar esta protesta, que como es costumbre desde hace una década se basa en la coerción: están cortadas las rutas más importantes del país, y empieza a haber desabastecimiento. Parece que no hay otra manera de hacerse oír que joder a los demás. Interesante, de todas maneras, el reclamo de que los gobernadores defiendan a sus provincias y no al gobierno (que parece ser el enemigo de las provincias).
Por suerte Moyano, convertido en fuerza paramilitar argentina (¿recuerdan que Cristina apoyó a las FARC hace poco?), puso orden - o más bien miedo - en Entre Ríos. Ocupó una ruta para garantizar la "libre circulación" de los camiones, justo donde se pensaba cortarla para realizar una protesta agropecuaria. No hubo quien se le atreviera. Por las dudas, la policía ni se presentó. Parece un héroe, pero no lo es. Responde incondicionalmente a los Kirchner, y representa al sindicato más poderoso de la Argentina, que creció extorsionando a los empresarios para que hasta los cajeros fueran considerados camioneros y - adivinen - cortando rutas. Parece ser que a partir de ahora nadie corta nada salvo él.
De todas maneras, la situación del campo parece desesperada. Además del pésimo 2007, las retenciones suben y suben para financiar la caja política. De los 200.000 pequeños ganaderos quedarán pocos. A 8 pesos la vaca, o tenés un millón de vacas (y esperás), o te vas de cartonero. Y no me jodan con que ser cartonero es un oficio digno.
Justo en el momento en que la materia prima está en niveles históricos, y los productos industriales están en caída por la competencia por China, al gobierno se le ocurre destruir la agricultura para favorecer a la industria (y a su sistema regulado, que ya casi no tiene superávit).
Por suerte, aunque sea más fácil encontrar oro que carne, seguramente el INDEC mostrará una inflación del 1% mensual. Es que se han dado cuenta de que nadie come carne, así que lo mejor es sacarla de la canasta familiar. Enfermizo. Sólo por esto no deberían gobernar los Kirchner. Pero sin ellos se venía el caos... el mismo miedo que logró difundir Menem para lograr su reelección. Los argentinos somos estúpidos, o somos cobardes, todavía no lo sé. Mucho gallito para que se trate de una valentía auténtica.
Ah, por cierto, la presidenta, según el mismo Fernández, no estuvo "descansando" durante cuatro días en el Calafate. No, es "una fantasía que alimenta alguien". ¿Quién es ese alguien? Antes eran los yanquis. ¿Cuál es ese nuevo enemigo contra el cual hay que cerrar filas y callarse con la obediencia debida? ¿Sarkozy? ¿El Dalai Lama? ¿Duhalde? ¿Uribe? ¿El cambio climático? El enemigo real de la Argentina está en su propia corrupción estructural, que va desde el agropecuario que corta una ruta para joder hasta Cristina que no trabaja ni que la maten.
En esta era de globalización, las distancias se acortan. Argentina ya es vecina de Ecuador y de África. Y le gusta serlo.
Primero, la más sencillita. Están enjuiciando a un tipo de 27 años que, acompañado de un menor de 14, mató por 20.000 pesos (le habían prometido 80.000) a un sindicalista del gremio de los camioneros. Las mafias gozan de perfecta salud en Argentina, y esta huele a Moyano.
La otra es que parece ser que desde hace trece días están cortadas las rutas argentinas por los productores agropecuarios, que se resienten de otro aumento de las retenciones (y por ende, otro alejamiento de la normalidad), que parece que los deja con una ganancia de 8 pesos por vaca. Como dice el ministro de justicia, Aníbal Fernández, es que han "gozado de utilidades infinitas". Esto, además de ser mentira (¿alguien recuerda a Menem?), no sería un problema. Si un sector crece, más gente participa y punto. Y si fuera así no se estaría rematando al campo argentino a precios de risa (de hecho, y paradójicamente, el mismo Fernández aseguró haber impedido muchos remates de campos).
Pero no puedo apoyar esta protesta, que como es costumbre desde hace una década se basa en la coerción: están cortadas las rutas más importantes del país, y empieza a haber desabastecimiento. Parece que no hay otra manera de hacerse oír que joder a los demás. Interesante, de todas maneras, el reclamo de que los gobernadores defiendan a sus provincias y no al gobierno (que parece ser el enemigo de las provincias).
Por suerte Moyano, convertido en fuerza paramilitar argentina (¿recuerdan que Cristina apoyó a las FARC hace poco?), puso orden - o más bien miedo - en Entre Ríos. Ocupó una ruta para garantizar la "libre circulación" de los camiones, justo donde se pensaba cortarla para realizar una protesta agropecuaria. No hubo quien se le atreviera. Por las dudas, la policía ni se presentó. Parece un héroe, pero no lo es. Responde incondicionalmente a los Kirchner, y representa al sindicato más poderoso de la Argentina, que creció extorsionando a los empresarios para que hasta los cajeros fueran considerados camioneros y - adivinen - cortando rutas. Parece ser que a partir de ahora nadie corta nada salvo él.
De todas maneras, la situación del campo parece desesperada. Además del pésimo 2007, las retenciones suben y suben para financiar la caja política. De los 200.000 pequeños ganaderos quedarán pocos. A 8 pesos la vaca, o tenés un millón de vacas (y esperás), o te vas de cartonero. Y no me jodan con que ser cartonero es un oficio digno.
Justo en el momento en que la materia prima está en niveles históricos, y los productos industriales están en caída por la competencia por China, al gobierno se le ocurre destruir la agricultura para favorecer a la industria (y a su sistema regulado, que ya casi no tiene superávit).
Por suerte, aunque sea más fácil encontrar oro que carne, seguramente el INDEC mostrará una inflación del 1% mensual. Es que se han dado cuenta de que nadie come carne, así que lo mejor es sacarla de la canasta familiar. Enfermizo. Sólo por esto no deberían gobernar los Kirchner. Pero sin ellos se venía el caos... el mismo miedo que logró difundir Menem para lograr su reelección. Los argentinos somos estúpidos, o somos cobardes, todavía no lo sé. Mucho gallito para que se trate de una valentía auténtica.
Ah, por cierto, la presidenta, según el mismo Fernández, no estuvo "descansando" durante cuatro días en el Calafate. No, es "una fantasía que alimenta alguien". ¿Quién es ese alguien? Antes eran los yanquis. ¿Cuál es ese nuevo enemigo contra el cual hay que cerrar filas y callarse con la obediencia debida? ¿Sarkozy? ¿El Dalai Lama? ¿Duhalde? ¿Uribe? ¿El cambio climático? El enemigo real de la Argentina está en su propia corrupción estructural, que va desde el agropecuario que corta una ruta para joder hasta Cristina que no trabaja ni que la maten.
En esta era de globalización, las distancias se acortan. Argentina ya es vecina de Ecuador y de África. Y le gusta serlo.
martes, 15 de enero de 2008
Nuevo paro de Aerolíneas Argentinas y aduana
Ayer por la noche decidí encender Televisión Española y estaban hablando de Aerolíneas Argentinas. Otra vez paro, gente durmiendo en el suelo, y hasta personas atrapadas en el embarque sin comida ni agua. Ya muchos llevaban tres días así (ahora ya son cuatro).
Pero no sólo Aerolíneas Argentinas no funciona. También hay huelga de aduaneros, que quieren un aumento del 80% de su sueldo. Es una propuesta generosa. Es que probablemente estén ya robando mucho más que eso del equipaje de los viajeros. Recapitulo.
Hace unos meses una cámara oculta mostró cómo los aduaneros abrían las valijas y robaban de todo sin escrúpulos, bajo la desatenta mirada de las cámaras de seguridad apagadas desde hacía mucho tiempo. El gobierno decidió tomar cartas en el asunto, y con mucha teatralidad decidió un día invadir el aeropuerto con la policía y llevarse detenidos a dos (¡sólo dos!) aduaneros. Por supuesto, la aduana convocó y logró una huelga general en todo el país, en defensa de los dos ladrones (víctimas, en el diccionario argentino).
Ahora hay un nuevo movimiento. Quieren que prácticamente les dupliquen el sueldo, ya que seguramente los turistas no viajan con nada de valor y no tienen entonces mucho para robar. Si no se les da este aumento, a estas pobres víctimas que sólo ganan una pequeña fortuna pronto no les quedará otra que vender en el Once la ropa interior que logren robar del extranjero descuidado.
Y con respecto a Aerolíneas, qué más agregar. Ellos ya saben que elegir siempre las fechas de mucho tráfico aéreo puede joder a mucha gente. Lo que no saben es que sus huelgas son retransmitidas al menos a España entera, y pronto no les quedará nadie que quiera volar con ellos. Mi hermano sólo viaja por Iberia. Y la última vez que hice Ezeiza-Barcelona, en el avión no seríamos más de 20.
Menos pasajeros por Aerolíneas también significa que hay menos viajeros a la Argentina, ya que A.A. es la opción más barata. Pero, ¿saben qué? Los empleados de Aerolíneas merecen quedarse sin trabajo al no tener clientes. Y Argentina se merece perder el dinero del turismo, al permitir esto. Y algunos dicen que lo alienta, ya que uno de los propósitos de Kirchner parecía ser hacer que Aerolíneas funcionara lo peor posible para poder reestatizarla.
Al turista español: si realmente desea conocer Argentina, por favor elija cualquier aerolínea que funcione. British Airways, Iberia, Air Europa, LAN Chile, hasta Air Ecuador si es necesario. Recomendarle lo contrario no es ser nacionalista, es ser una muy mala persona.
Pero no sólo Aerolíneas Argentinas no funciona. También hay huelga de aduaneros, que quieren un aumento del 80% de su sueldo. Es una propuesta generosa. Es que probablemente estén ya robando mucho más que eso del equipaje de los viajeros. Recapitulo.
Hace unos meses una cámara oculta mostró cómo los aduaneros abrían las valijas y robaban de todo sin escrúpulos, bajo la desatenta mirada de las cámaras de seguridad apagadas desde hacía mucho tiempo. El gobierno decidió tomar cartas en el asunto, y con mucha teatralidad decidió un día invadir el aeropuerto con la policía y llevarse detenidos a dos (¡sólo dos!) aduaneros. Por supuesto, la aduana convocó y logró una huelga general en todo el país, en defensa de los dos ladrones (víctimas, en el diccionario argentino).
Ahora hay un nuevo movimiento. Quieren que prácticamente les dupliquen el sueldo, ya que seguramente los turistas no viajan con nada de valor y no tienen entonces mucho para robar. Si no se les da este aumento, a estas pobres víctimas que sólo ganan una pequeña fortuna pronto no les quedará otra que vender en el Once la ropa interior que logren robar del extranjero descuidado.
Y con respecto a Aerolíneas, qué más agregar. Ellos ya saben que elegir siempre las fechas de mucho tráfico aéreo puede joder a mucha gente. Lo que no saben es que sus huelgas son retransmitidas al menos a España entera, y pronto no les quedará nadie que quiera volar con ellos. Mi hermano sólo viaja por Iberia. Y la última vez que hice Ezeiza-Barcelona, en el avión no seríamos más de 20.
Menos pasajeros por Aerolíneas también significa que hay menos viajeros a la Argentina, ya que A.A. es la opción más barata. Pero, ¿saben qué? Los empleados de Aerolíneas merecen quedarse sin trabajo al no tener clientes. Y Argentina se merece perder el dinero del turismo, al permitir esto. Y algunos dicen que lo alienta, ya que uno de los propósitos de Kirchner parecía ser hacer que Aerolíneas funcionara lo peor posible para poder reestatizarla.
Al turista español: si realmente desea conocer Argentina, por favor elija cualquier aerolínea que funcione. British Airways, Iberia, Air Europa, LAN Chile, hasta Air Ecuador si es necesario. Recomendarle lo contrario no es ser nacionalista, es ser una muy mala persona.
miércoles, 21 de noviembre de 2007
Dos videos
En este video se ve cómo, antes de las elecciones, los políticos encierran a los aborígenes para que estén allí el día de la votación, cómo a otros se los traslada en camionetas, y cómo a muchos otros les compran el DNI para enviar a algún otro a votar por ellos.
En este video, hecho por medios extranjeros, una periodista entrevista a unos punteros de Villa Soldati, cuyo trabajo es comprar votos con dinero del partido (o sea, de todos los argentinos), y pliegan las boletas de maneras específicas para luego recibir su "comisión". Y además, consideran que lo que hacen es justo...
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